Capítulo XIII. «Banda»

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—Sé a donde debemos ir —dijo Zedric una vez que todos se hubieron reunido al sur de la isla

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—Sé a donde debemos ir —dijo Zedric una vez que todos se hubieron reunido al sur de la isla. Ranik entrecerró los ojos, él explicó—: Es demasiado tarde para buscar los estandartes. Por hoy sólo hay que investigar, pero antes necesitamos instalarnos en un buen lugar.

— ¿Y qué lugar sugieres? —preguntó Elena. Su voz era gruesa para ser una mujer, su apariencia fornida la hacía ver imponente para cualquiera. Ella y Zedric no se llevaban mucho, en parte porque él raramente se acercaba a mujeres más que para conseguir meterlas en su cama, pero también porque ella no tenía una buena opinión de la casa real. Su casa, la de los Elfhair, era muy religiosa, a diferencia de los Mazeelven, que se entregaban al libertinaje.

—Sólo síganme —dijo él, tomando su pequeña mochila con cosas y con la determinación de llevarlos escondite, una cabaña bajo tierra que había mandado a hacer el padre de su padre hacía muchos años. Los llevó a través de la isla, dirigiéndose hacia el centro de esta. Ahí habían los rastros de una fogata, alrededor de esta habían troncos, aquel era el lugar en que los "fiesteros" del reino Sol,  llamados o campesinos, se reunían a diario.

—¿Qué es este lugar? —preguntó Piperina, curiosa. Zedric sonrió, esperaba que alguien preguntara porque había dejado de avanzar y, entonces contestó:

—Este es el lugar...

—El lugar en el que las más bajas personalidades del reino Sol se unen —los interrumpió Kalim Glyderwim, uno de los chicos más escurridizos y de mala fama en Erydas. Heredero del segundo, largo, de cabellos rizados y rebeldes, ojos castaños y una sonrisa oscura que hizo a Piperina rodar los ojos.

—Sabía que tú y tú... —esto lo dijo Zedric despectivamente, ni siquiera dirigiéndole la mirada—, "banda" andarían por aquí dando honor a lo de "bajas personalidades" que acabas de mencionar, pero no vale la pena meterse con nosotros.

—¿Con ustedes? —esto lo respondió Zara Pickerhell, la novia de Kalim, una chica súper delgada y casi idéntica a él—. Todos saben que ustedes están unidos sólo para observar a la competencia. Su unión no durará mucho.

—Santas Lunas... —murmuró Piperina por lo bajo, caminando para hacer a Zedric a un lado y encarar a esos zánganos. No eran muchos, contó cinco—. ¿Se están oyendo? ¿Se dan cuenta de lo ridículos que son? ¡Están frente a Zedric! Que, aunque no me agrada mucho, es el más poderoso del reino Sol. ¿Y Amaris? Ella está super aburrida porque ya había visto esta pelea anteriormente y, ¿Saben? Nosotros ganamos. Les ganaremos cada una de las veces. Así que... o se van, o yo misma me encargaré de hacerlos pedacitos con las mejores técnicas de tortura y sin matarlos, todavía estando dentro del torneo, para variar.

Kalim rodó los ojos. Uno de los chicos detrás de él parecía asustado, pero él y los demás se mantuvieron confiados.

—¿Un gran grupo? ¿Es así? —preguntó, sus ojos castaños demostrando su falta absoluta de miedo—. Bueno, entonces tú eres el eslabón más débil. No vales nada frente a ellos.

Cantos de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora