2

250 17 3
                                    


Capítulo 2.


- ¿Estás lista, mamá? - pregunté mirando mi reloj de pulsera. Joder. Ahora sabía a quién había salido con el tema de demorar tanto para arreglarme.

- ¡En un minuto! - gritó desde su cuarto y alcé una ceja.

- ¡Hace 45 minutos, me dijiste un minuto!

- ¡Lo siento, es que no encuentro una blusa que me haga ver bonita!

- ¿Para qué quieres una blusa que te haga ver bonita? ¡Tú, ya lo eres! - respondí levantándome de mi lugar, y automáticamente, me sorprendí de mis propias palabras.

¿Yo acababa de decir eso?

- Eres muy dulce, Kibum... - dijo una voz desde la puerta que dividía su cuarto, de la cocina (donde yo me encontraba esperando a mi madre), y miré en su dirección. - ¿Sabes algo? Desde que has aparecido, Young Hee, está mucho más reluciente. Siempre me ha parecido una persona maravillosa; lo es y también, es hermosa... pero tú, conseguiste que se prendiese en su interior, la única velita apagada que se encontraba hacía años, en ese estado. - añadió y suspiré con paz. - Te debo una.

- Gracias, Hwe Ji. - claro, era la novia de mi madre, la que estaba hablándome. - Yo te debo mucho a ti, también. Sé que si mi mamá, no hubiere tenido tu apoyo constantemente, no habría podido lograrlo. - contesté con sinceridad.

Hwe Ji era una mujer un tanto... masculina, pero con un corazón extremadamente femenino. Hm. No sabría cómo explicarles con exactitud. Observándole desde fuera, podrías notar que en ella, resaltan los rasgos masculinos; su corte de cabello, su forma de vestir, su andar y su altura. Sin embargo, en esta semana que he tenido el placer de pasar junto a ella y a Young Hee, me he dado cuenta que es un ser sumamente gentil, delicado y que si te fijas en su interior, hallaras a una mujer más femenina y sensible que cualquier otra.

- Yo no he hecho nada. Sólo no le abandoné desde el primer momento en que la vi. Ella misma, logró todo lo que ha progresado hasta el momento.

- Pero estoy seguro, sin tu apoyo, jamás habría superado su terrible pasado. - me acerqué a ella y le abracé con fuerza. - No quieras contradecirme. No pretendas quitarte importancia, porque no podrás. Le llevas en la sangre. Mi madre, te lleva en su sangre ahora; déjame agradecerte lo que hiciste. Déjame ser bueno con una mujer, por primera vez en la vida. - agregué. Acto seguido, me quedé estático y abrí los ojos aún con el mentón en su hombro.

- ¿Qué has dicho, Kibum? - interrogó con voz de extrañeza y parpadeé repetidas veces para poder salir de mi propio asombro. - ¿Cómo que por primera vez? - se colocó frente a frente.

- Claro. Es decir... con ustedes. - tragué en seco. - Nunca he sido bueno con ustedes, ¿cierto? Bien. Quiero comenzar a serlo.

- ¿Qué dices? Apenas nos has encontrado hace una semana y no hiciste otra cosa, más que ser amable, dulce y... sobre todas las cosas, nos aceptaste a pesar de ser así. De amarnos de esta manera.

- ¿Qué hay de malo en su forma de quererse? - cuestioné extrañado, sin embargo a los dos segundos, caí. Era obvio que no es algo común, su amor, pero yo no lo notaba en el aire como sí, tal vez le notarían los de fuera, ya que yo mismo, mantenía una relación similar.

Alzó una ceja, mirándome con obviedad.

- Vale. Eso sí, lo sé, pero no soy quién para juzgarlas. ¿O acaso, sí?

P.O III [MINKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora