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Capítulo 6.


By Minho.

Joder. ¿Mi padre? ¿Una madre? ¿Pero qué clase de mala pasada, era esta? Era imposible que hayan aparecido. No Young Hee. No... ¿papá? Pero si nunca le he visto. Ni siquiera, imaginé que podía estar vivo. ¡Mierda!

Colgué el móvil en cuanto me dijo esas últimas palabras, y apoyé ambas manos sobre la mesa, luego de depositar el objeto en la misma, un poco más alejado.

- Que no sólo tienes una madre, sino que también, apareció tu padre.

- ¿Un padre?

Joder... esto se ponía cada vez más misterioso.

- De acuerdo, no hay problema. Ven rápido y me cuentas. Si viene Kibum, no seas idiota y recuerda que continúo ciego. - Enviar.

- No. Quédate tranquilo. En minutos me tienes allí.

Salí del mensaje, y caminé hacia la habitación. Pensativo. Tocado. ¿Tocado? ¿Tocado, qué? ¡Tocado hasta las pelotas! Onew, debería explicarme con lujo de detalles absolutamente todo lo que presenció.

Miré mi reflejo en el espejo de la pared. ¿Qué es lo que acontece, ah? ¿Un padre? ¿Una madre? ¿Pero desde cuándo poseemos una madre? Nunca estuvo. Nos abandonó de pequeños, ¿qué carajo tenía que hacer ahora? ¿De qué es de lo que habrá hablado con Kibum? ¿Nene, habrá sido capaz de contarle lo nuestro? ¿Lo que hacemos? ¿El cómo estamos? ¡¿Que somos dos jodidos incestuosos?! ¡¿Cómo habría reaccionado ella?! ¿Y si era precisamente por ella, el motivo de la ausencia diaria y reiterativa de Kibum, en la casa? ¿Y si le llenó al cabeza de putadas? Jamás le perdonaría que le aleje de mí. Ella... ella sabe cómo soy. Sabe quién soy. Sabe... ella... ella lo sabe...


- Young Hee. - le llamé y detuvo su paso en seco.

- ¿Qué quieres? - articuló apretando los puños.

- Eso mismo, me pregunto yo. ¿Qué es lo que quieres?

- ¿Qué quiero con qué?

- Vamos... ¿por qué estás todo el tiempo tan ida? ¿Por qué te desapareces? ¿Acaso sales a venderte en la calle? - cuestioné sin remordimientos. Mi propósito, era quitarle de mi camino. Del mío y del de mi hermano.

Se dio la vuelta y nuestras miradas, chocaron. La suya, (como era usual) fría, seca y áspera como las escamas de un pez recién cazado. La mía... hablaba por sí sola.

- No tienes derecho a hablarme así, niño.

JÁ. Encima de estorbosa, bufona. Intentaba hacerme reír.

- Te hablo como se me da la gana. ¿Qué harás para impedirlo? - contesté parándome con firmeza frente a sus ojos. Delante de sus pies. Doce. Doce años tenía yo, entonces. Aún así, le hacía frente a quien fuere, importándome una mierda cómo reaccionase dicho tal. Vi que alzó una mano y mi visión, se agudizó dándole la bienvenida a un nuevo panorama de escasos centímetros de diámetro.

¿Cuál? El cuello de aquella mujer. Tenía un... ligero color blanco. Blanco como el azúcar. Como la sal fina. Pero estaba seguro, no se trataba de nada de eso sino de algo nuevo. Nuevo para mis pupilas. Nuevo para mi conocimiento. Nuevo para... probar. - Pégame, vamos. - le desafié. - Kibum está en la escuela. Yo, aquí;

P.O III [MINKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora