Imposibles

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En algún otro universo cubierto por colores pastel y sabores agridulces, existían dos vidas perfectas, un cielo siempre claro y lluvias alegres cada día... un lugar donde casi todos los sueños positivos se podían cumplir y  no existían hilos rojos sin completar. Los triángulos amorosos en ese lugar eran la creación más romántica posible, esas tres personas se amaban y sabían que por algo la naturaleza los había ubicado de esa manera.
Un lugar divino donde no existía la Iglesia opuesta a los homosexuales, hombres enamorados de un trozo de pan o mujeres que tenían fantasias matrimoniales con su juguete sexual preferido.

"Llévame a la Iglesia que nunca existió Adán y Eva"

En aquel increíblemente fantasioso mundo los árboles tomaban forma propia sin necesidad de jardineros o amas de casa cliché estadounidenses que querían hacer conejitos y tortugas. Todo depende del ambiente que te rodea y de las ideas que cubran tu poco o severa retorcida mente.

En ese pequeñamente-inmenso lugar habían dos personas sin mucho protagonismo: un chico de las estrellas y la niña de dos gotas por ojos.
Pasaban día tras día diciendo cuán diminutos eran y que tan profundo podía llegar a ser su amor. Llenaban las lagunas de melosidades y cubrían el frío pasto con sus cuerpos, ella quería alcanzar el sol y besar las nubes, él solo deseaba acariciar la luna.

Cada noche el chico de las estrellas tomaba una mochila llena de tonterías en conjunto con sus botas negras que no se rompían por mas uso que les daba y viajaba una eternidad hasta llegar a la casa de aquella chica, tocaba la ventana con sus huesudas manos y tomándola por aquellas suaves mejillas besaba tiernamente su naríz como señal particular de que se encontraba bien, a lo cual ella correspondía cambiando su color de piel de un blanco parecido a la nieve hasta un rojo que casi podrías pensar era sangre. Luego  tomaba su cepillo guardándolo delicadamente en la cinturilla de su falda, cruzaba los muslos por la ventana y daba un pequeño saltito para caer en los brazos de su contrario.
Una risa poco marcada se apoderaba de ámbos, mientras el hundía su rostro entre esponjosos cabellos casi de oro. Entrelazaban los dedos, se miraban a los ojos, y sin pensar en que quizás los padres de ella saldrían para buscarla, corrían hasta llegar a la orilla de la montaña más cercana.

"Corre porque pronto ésto se derrumbará"

Y el chico la subía en su espalda
Y corría sin parar cuesta abajo
Y por algunos segundos su respiración se detenía
Y no le importaba
Y amaba tenerla sobre el
《AMABA TENER UN MUNDO EN SU ESPALDA》


《Estrella Fugaz》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora