Me duele un poco, pero compensa.
Saber que puedo volar como un pájaro, batir mis alas al son de las corrientes que mueven a las masas, ascender hasta rozar lo más alto para poder tener la tan ansiada visión que miles anhelaban.
Volar tan alto que pueda concebir a la sociedad como una gran criatura lenta y torpe que no puede aproximarse a los cielos que yo surco.
Vivir de una manera tan intensa que los sentimientos inundes cada instante haciendo cada tomo más intenso , más brillante, más agudo.
Ver como la comunidad que un día integre me niega todo símbolo de aceptación y amabilidad y sentir poco a poco como una sed en mi crece de manera que escapa a todo control.
Una sed que me impulsa a recuperar todo aquello que un día tuve.
Un instinto que me hace desear la integridad de un grupo al que me pueda aferrar como a un refugio ante la tormenta de soledad que me flagela constantemente.
Y a pesar de que cada parte consciente de mi ser me dice que estoy por encima de todo eso y que no necesito de ellos hay algo mucho más antiguo que me incita a tener de nuevo todo lo que un día tuve, algo arcaico que surge de mi interior como un gruñido gutural que emerge de lo más hondo de mi ser.
Pero la sociedad no tiene sitio para soldados caídos en sus trincheras, para hijos pródigos volviendo en busca de amparo ante la soledad.
La sociedad es un cruel perro de presa que si no eres su aliado te destruye ferozmente.
Un avaricioso ser al que si no sirves estás destinado a morir en la soledad más patética .
Una rosa envenenada que al intentar cogerla te clavas cada una de sus afiladas espinas que desgarran tu piel.
Así que ya ya solo queda l ruina según hombre repudiado.
Ya solo queda la ruina de un hombre corriente , te das cuenta? Tan solo somos espectadores de nuestras propias vidas, esclavos de los que nos rodean, uno entre tantos.
Nunca hubo tiempo para gene como yo en este mundo, y está no es la excepción.
Nunca me pareció justo ver en mis ojos tanta vida mientras el interior se halla ya vacío.
Y eso se acaba ahora.
