Bienvenida.

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Capítulo 5

Fuller Park, Chicago. 4 de septiembre de 2011; 23:38 p.m.

Era casi de madrigada y todos mis compañeros estaban exhaustos. Tenemos rodeada la casa pero ellos no nos dan ninguna señal de vida. Yo y otros 3 compañeros más estamos atrás de una patrulla listos para cualquier ataque. Estamos a punto de dar una emboscada cuando vemos salir a uno de ellos con un rehén.

-¡Alto al fuego!—les digo a mis colegas.

Estoy sudando, este es mi primer ataque desde que me convertí en jefe de policía.

-¡Hola amigos!

El criminal saca una pistola calibre 50 de atrás de su pantalón y le apunta al rehén en la cien. Desgraciado.

-¡Déjalo ir!—le grito.

-Eso no será muy fácil.

-Dinos que quieres.

-Tengo a maso menos 19 familias dentro de esa casa. Si las quieren vivas a todas, tú—me apunta con la pistola—tendrás que negociar conmigo, a solas.

-Iré—les susurro a mis colegas por el micrófono. Salgo de atrás de la patrulla hacia él.

-¡Alto vaquero! Te quiero sin tu armamento.

Dejo mi pistola 9mm y las 3 granadas en el piso con mucho cuidado y camino hacia donde él está.

-Déjalo ir.

-Con mucho gusto.

Cuando suelta al rehén mi rostro se alivia, ya no hay peligro.

-No tan fácil muchachito.

Le dispara por la espalda mientras corre y en cuestión de segundos el cae al suelo.

-¡Maldito!—saco una Glock1 19 de mi tobillo e inmediatamente le apunto, pero fue muy tarde él también me está apuntando. Alguno de mis compañeros logra darle en el pecho y el cae instantáneamente boca arriba al piso. Me acerco a él y no veo rastros de sangre. Le abro la camisa y efectivamente, chaleco antibalas.

El abre los ojos y en un movimiento rápido tira mi pistola y me dispara en la pierna, esto duele. Me tiro al piso y veo como corre. No te me vas a escapar. Recojo mi pistola y como puedo corro hacia donde él se fue.

Corro y corro sin pensar en el dolor. Doy vuelta por la calle S Wells y me quedo en las esquina. Todo está en silencio, no hay absolutamente nadie, además de algún gato. Recuerdo a mis compañeros.

-Encárguense de las familias, yo me encargare de el—digo por el micrófono.

Me quedo en silencio mirando a todas partes esperando una señal de vida de ese maldito criminal.

-¿Robert? ¿Estás ahí?—oigo que Jack me habla.

-Si ¿Qué novedades hay?

-Los tenemos. Tenemos a las familias a salvo, nadie escapo.

Me siento aliviado por eso, ahora solo me falta encontrar a ese malnacido. Camino hacia enfrente cojeando por mi pierna y muestras paso por un callejón oigo que aplauden.

-Vaya, vaya—sigue aplaudiendo—eres fuerte, policía.

-Estas arrestado—le apunto.

-No me siento arrestado—me apunta el a mí.

-Suelta el arma.

-No, gracias—se ríe.

Me dispara justo a la cabeza pero la esquivo. Eso fue un golpe de suerte. Caigo al piso y me cubro con un bote de basura, me asomo y veo y pelo asomarse por un buzón de cartas. Le disparo pero no tengo éxito. Me regresa la bala pero me cubro. Miro el perímetro y corro hacia atrás de un auto. Justo cuando él quiere intentar hacer un movimiento ingenioso le disparo directo en la cabeza. Misión cumplida.

Glock: serie de pistolas semiautomáticas diseñadas y producidas por el fabricante Glock Ges.m.b.H.

Long Beach, California. Presente.

-Cada vez me asombras más.

-Es uno de mis tantos encantos.

¡BOOM! Otra lata caída.

-Mi padre me enseño—me entristezco al recordarlo.

-Tu puedes regresar con el cuándo quieras, sweetie.

-¿Enserio?—me emociono.

Llevo 5 días aquí y ya no me tratan mal, pero esto es raro.

-Claro.

-¿Y que esperamos?—le regreso la pistola y camino hacia dentro.

-Pero primero tienes que hablar con Joseph—me estremezco.

-Está bien, vamos.

*knoc, knoc*

-¿Joseph?

-Pasa, Matthew.

-Te dejare sola con el—me susurra.

-¡oh! La encantadora Isabell.

-Joseph—le doy una sonrisa hipócrita.

-Siéntate, por favor.

-Así estoy bien, gracias,

-Como quieras.

-Quiero irme a mi casa.

-Matthew me conto que te nos quieres unir.

-Si, tal vez.

-No te veo muy convencida.

-Convénceme.

-Esta casa es para los novatos. Te vi disparar, tú no eres una novata.

-Supongo.

-Ven, vamos a dar un paseo.

Se levanta de su escritorio y se arregla su saco.

Salimos del jardín delantero en su Porsche 2014, el en el volante y yo aún lado.

Después de 8 o 10 minutos de trayecto llegamos a una casa demasiado respetable, en uno de los mejores vecindarios de Long Beach. Es una casa de unos tres pisos de alto color hueso con los ventanajes algo dorados. Al frente hay una gran fuente con agua de color verde. Al entrar veo un gran recibidor con muebles del mismo color que la casa y orillas cafés.

-Esta es la casa de los profesionales, claro aquí vive Matthew.

¿Por qué lo menciona?

-¿y…?

-Aquí vivirías tú.

-¿Vivir? ¡Oh no! Detente, yo no viviré con ustedes, aun no soy mayor de edad y yo quiero tener mi carrera.

-Oh bueno, esa es una mala situación. Vamos a arreglar esto a mi despacho de verdad.

Caminamos por una pasillo donde al fondo había una puerta café, entramos.

Joseph se sentó en su gran escritorio y yo me senté en uno de los sillones individuales al frente de él. Busco algo entre los cagones del escritorio y saco un pequeño montón de hojas.

-Muy bien, lo que tú quieres es trabajar con nosotros pero vivir en tu casa, ¿cierto?

-Sí, tener una vida.

-Bien, eso se puede arreglar.

De un cajón saco un celular pequeño y lo puso frente a mí.

-Con esto nos comunicaremos, sea donde sea, lo que sea, tú seguirás las instrucciones de los mensajes. Sin excepción.

-Está bien. ¿Puedo salir de esto cuando yo quiera?

-Claro

-Lo hare.

-Bienvenida a los ‘’Crafties’’—dijo mientras me estrecha la mano.

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⏰ Última actualización: May 05, 2014 ⏰

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