Perdiendo recuerdos

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Me desperté sintiendo mi cuerpo hecho una auténtica mierda, la boca la tenía echa un estropajo y la cabeza estaba a punto de volar por los aires. Al encontrarme con mi reflejo en el espejo casi pego un grito, daba pena verme con esas ojeras, ojos rojos e hinchados y para colmo de males una de mis mejillas estaba morada.

Cogí ropa limpia y me duche. Una vez lista me puse unas gafas de sol para que nadie se mofara de mí. Preparé mi maleta como pude y la llevé hasta la entrada.

Una vez en la cocina saludé a todos y tome un vaso de agua junto con un analgésico. Todos estaban a lo suyo excepto Alejandro que no despegaba su mirada de la mía, me hizo una señal con la cabeza para que fuese tras él.

Estábamos en la parte trasera de la casa, escogió un buen lugar para hablar ya que ahí nadie nos molestaría.

-¿Qué te pasó en la mejilla? La tienes completamente morada.

-No es asunto tuyo. – ni siquiera recordaba el motivo- Ahora dime que es lo que quieres.

-Cuando lleguemos a Madrid no tendremos oportunidad de hablar, por eso te quiero pedir que no le digas a nadie lo que sucedió anoche. – Mi cabeza a punto de explotar y él preocupándose porque no hable. – Quiero que te quites esas gafas y me prometas mirándome a los ojos que mantendrás tu boca cerrada.

-No te preocupes que no pienso despegar mi boca. – no pensaba quitarme las gafas.

Salí de allí con tal de no seguir hablando con él y que la conversación cogiera nuevos rumbos.

Cargamos todas nuestras pertenencias y nos despedimos del personal de la finca, era hora de volver de nuevo para Madrid. En el ave de nuevo me quedé dormida, después de la nochecita que pasé bebiendo como una despechada era lo más normal.

Una vez estuvimos fuera del ave, nos despedimos de todos. Natalia y yo cogimos un taxi que nos llevaría de vuelta a mi casa.

A medida que nos aproximábamos a mi vivienda coches de policía y bomberos nos impedían el paso. El taxista nos dejó lo más próximo que pudo.

Fuimos rulando nuestras maletas hasta que nos dimos cuenta que las llamas salían de mí edificio, salimos corriendo pero la policía nos prohibió el paso. Escuche como por la emisora le decían que el fuego se había producido en el tercero B, justo ese era mi piso.

Intenté hablar con bomberos y policías pero nadie parecía querer escucharme. Por mi mente pasó la idea de llamar al inspector González. Rebusqué en mi cartera hasta dar con la tarjeta que me dio y le marqué.

Le conté detalladamente todos y cada uno de los anónimos y lo del incendio. Me dijo que las horas que eran ya no se podía hacer nada, pero que al día siguiente a primera hora me pasara por comisaría.

Mi vida de nuevo parecía desmoronarse, era una jugarreta del destino tras otra.

Cuando parecía que iba perder a mi jefe porque se casaría con Sonia, resulta que termino casándome yo con él. Luego empezamos a llevarnos bien y cuando parecía que algo especial entre los dos fluía llega la bruja sin sombrero de Paula y lo estropea todo. Por no hablar de los malditos anónimos que me tenían con los nervios destrozados y para rematar tengo que ver mi piso en llamas.

Entre esas llamas estaba perdiendo todos los recuerdos de mis padres, todo lo que había conseguido lograr en esta vida de mierda estaba dentro de esa casa. Si algo conseguía salvar de ahí sería lo poco que tenía en una pequeña cajita fuerte que guardaba en mi habitación.

A mí lado Natalia ya no sabía que hacer para consolarme. Supuse que ella no se había parado a pensar que lo había perdido todo, ¿dónde se suponía que viviría?

Siempre fui de las que pensaban que las cosas sucedían porque tenían que suceder y ya está. Esta vez era diferente, alguien tenía que estar detrás de todo esto

Estuve sentada en la cera mientras unos policías me hacían una serie de preguntas. El fuego ya no era visible desde el exterior, los bomberos me comentaron que estarían toda la noche revisando que no quedara ningún rescoldo dentro.

-Elena levanta tenemos que ir a descansar, mañana vendremos y veremos que se puede hacer.

-¿Y donde se supone que iremos? Acaso no ves que ya no tengo casa.

-Ya lo he solucionado todo, vuelves a tener un techo.

Nos íbamos cuando un policía me llamó para que firmara mi declaración, cosa rara porque la había firmado anterior mente. Firmé y el chico me pasó una hoja diciéndome que era una copia

Natalia me llevó a mi nueva vivienda. Al entrar lo primero que pensé es que no podría pagar el alquiler de aquel lugar ni de cachondeo, tendría que empezar a prostituirme y no dejarlo hasta que mis armas de mujer se cayesen, para poder pagar regularmente algo así. Era un ático con terracita exterior, cocina abierta, un dormitorio, baño con hidromasajes, grandes cristaleras, suelo de mármol...

-¿Natalia, de verdad tú crees que gano tanto dinero como para poder pagar esto?

-No seas tonta y disfrútalo, ahora también es tuyo.

Natalia me estuvo explicando que era el lugar donde su hermano tenía para desconectar, y yo que desconectaba metiéndome en la bañera, apagando la luz y comiendo helado de vainilla... pero está visto que los pijos necesitan gastas mucho más para desconectar.

Saqué mi móvil para agradecerle a Alejandro que me dejase quedar en su ático de lujo, cuando la copia de mi declaración cayó al suelo dejando a la vista recortes de letras pegados.

Cogí el papel, de nuevo se trataba de un maldito anónimo.

TE LO ADVERTÍ, ESTO SOLO SERÁ EL PRINCIPIO.

Ahora entendía porque firmé mi declaración dos veces. Estaba claro que el fuego había sido intencionada y no había sigo un corto circuito como barajaba la policía.

Finalmente cogí el móvil y le escribí a mi maridito.

Sms Elena: Gracias por prestarme tu picadero de soltero. Pero no sé como pagarte por lo que haces por mí.

Sms Alejandro: jajaj pues como según tú es un picadero de soltero... ahora que estoy casado se me ocurren muchas formas en las que me lo puedes agradecer.

Sms Elena: Te recuerdo que debes andarte con cuidado. Los Ruíz no te perdonarían una traición.

Sms Alejandro: Llevas razón, guardaré mis coqueteos para otra ocasión. Mañana en la noche recuerda que es la carrera, no puedes fallar Sirena.

Ya se me había olvidado la carrera, pero era algo que tenía que hacer sí o sí, necesitaba ver al sopla pollas de Hugo humilla como él hizo conmigo.

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LA CHICA DEL CABELLO AZUL (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora