Capitulo 1.

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New York

Me encontraba limpiando las mesas del bar, ya casi terminaba mi turno, estaba exhausta.

- Leyla, ya puedes irte — Me informó Tayler, el chico con el que compartía mi turno.

Mire el reloj que se encontraba colgado en la pared, 11:46pm.

Colgué el delantal negro que siempre llevaba atado a mi cintura en el pequeño lugar que teníamos para tomarnos un descanso, tomé mi bolso, me despedí de Tayler y salí del lugar.


Realmente estaba muy cansada, no era fácil, tenía dos trabajos ya que el dinero no era suficiente para pagar el alquiler de la pequeña casa en la que vivía y mantenerme.

Mi rutina era igual todos los días.
Levantarme, caminar a la universidad, no era la mejor, pero era a la única que había enviado la solicitud de una beca, ya que era la más cercana y no debía gastar aún más dinero del que no tenía, en transporte. Aún así, no me quejaba, no quería dejar de estudiar.

Luego iba a la librería, trabajaba ahí toda la tarde, y en la noche trabajaba en el bar.

En eso se basaba mi vida, a mis 19 años no había podido vivir lo que un "adolescente" normal que acababa de cumplir 19 años viviría.

Mis padres murieron en un accidente automovilístico cuando yo tenía 3 años, después de eso la hermana de mi padre se hizo responsable de mi aunque no quería hacerlo. Siempre se encargo de hacerme sentir su gran rechazo hacia mi, hacía mi vida imposible, me obligaba a limpiar toda su casa y no me dejaba tener amigos.

Cuando se canso de mi llanto porque quería estudiar, trajo a una profesora con la cual estudiaba en casa, no me dejaba salir nunca, debía estar siempre en esa maldita casa.

Al cumplir la mayoría de edad me largué de ahí, a mi tía no le importo, decía que era mejor para ella, ya que no debía tener un estorbo en su vida. No me molestaba, no recibí ni una gota de cariño de su parte. A la única persona a la que le tenía cariño era a la señora Luci, la dulce señora que me daba clases en casa.

Conseguí trabajo rápidamente y alquilé la pequeña casa en la que vivo. Estoy feliz de haberme ido de esa casa, se sentía bien ser la dueña de tus propias desiciones.

Solo tenía una amiga, Sara, la conocí el año pasado en la Universidad, ella siempre decía que era muy inocente para este mundo. Tal vez sea verdad, no sabía nada de la vida, ya que estuve mucho tiempo encerrada en esa casa gracias a mi "tía".

Me dirigía a casa por el mismo camino de siempre, cuando escuché voces de chicos.

- Uy, ¿pero qué hace una cosita tan linda por aquí?— Habló un chico.



- ¿No crees que es muy tarde para que andes sola, preciosa? – Habló otro. Al parecer eran dos.


Continué caminando sin prestarles atención, pero acelere el paso, temía que me hicieran algo.

Sentí un tirón en mi brazo izquierdo y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en el piso con esos dos chicos a mi alrededor.


- Te estamos hablando — Me dijo uno de ellos tomándome del cabello.


- N-no tengo nada, l-lo juro — Hable como pude ya que me encontraba llorando.


- Claro que tienes linda, tienes mucho que puedes darnos — Habló el otro mirándome morbosamente.


Las lagrimas me impedían ver con claridad.

Escuché un fuerte golpe y como alguien caía al suelo.


- Lárguense si no quieren que los mate — Dijo alguien asustándome.

Quite rápidamente las lagrimas de mis ojos y pude ver que los dos chicos ya se habían ido.

Frente a mi se encontraba un hermoso hombre el cual me miraba fijamente.

Mire hacia un costado y pude ver 3 camionetas negras y varios hombres con aspecto intimidante y... ¿armas?

Me levante rápidamente e intente correr, pero uno de los hombres se interpuso en mi camino y me tomó fuertemente de ambos brazos.

Iban a matarme. Claro que si.

Comencé a llorar nuevamente.


- ¿Qué quiere que hagamos señor? — Preguntó el sujeto que me tenía agarrada.


- Suéltala — Habló firmemente.


Al soltarme caí por segunda vez al piso ya que estaba temblando del miedo.

El hermoso hombre se acuclilló a mi altura y sonrió tiernamente.


- ¿Cómo te llamas? — Preguntó dulcemente.


- Leyla — Respondí tímidamente.


- Leyla — Susurró. — Mi nombre es Mason, Mason Capiero.

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MasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora