Hemos estado andando por tres días y no hemos conseguido absolutamente nada, ¡TRES DÍAS! y yo que pensaba que Inglaterra era una pequeña isla.
suspiro con indignación y observo que Alexander me mira algo molesto y Eduard simplemente me mira, vuelvo a soplar, esta vez me quito un mechón de cabello que caía por mi frente llegando a mis ojos, Alexander me vuelve a mirar mucho más molesto, yo simplemente le ignoro. Estamos andando por algo parecido a una pradera y las hierbas son bastante altas, podría jurar que me llegan por la cintura o tal vez más, andamos y andamos al rededor de diez, tal vez quince minutos, cuando de pronto, veo la misma luz verde del otro día. Me quedo observándola, ella se mueve por dentro de las patas del cabello, miro a Alexander y a Eduard, estos están conversando y no se percataron de que yo me quedé detrás, ruedo los ojos por su despiste y vuelvo a enfocarme en la luz, esta se mueve hasta detrás del cabello y se posa en este, siento un relinchado y el caballo alza sus patas delanteras, haciendo que casi me cayera al suelo.
Agarré las riendas con fuerza y traté de calmarlo, pero no lo pude lograr. El caballo corrió muy rápido, pude ver cómo Alexander y Eduard se quedaban atrás de mi, yo trataba de pararlo, pero lo único que lograba era que se enfadara más. El animal se metió en un bosque que había rodeando la pradera, y las ramas de los árboles chocaban contra mi, haciéndome uno que otro rasguño, de un momento a otro puedo ver a Eduard delante de mio, haciendo que de esta manera mi caballo parara, pero subía y bajaba sus patas haciendo que perdiera más y más el equilibrio, hasta que por fin logró tumbarme al suelo.
—¿Estás bien?—preguntó Eduard al acercarse a mí
—No—le respondí—creo que me rompí algo—le digo tocando mi espalda .
—Déjame ayudarte—me pide Eduard mientras me ofrece su mano.
—No puedo, me duele la espalda—le contesto mientras frunzo el ceño a causa del dolor.
—Entonces, date la vuelta, puede que pueda ayudarte.
Hago lo que Eduard me manda y enfoco mi vista en Alexander quien se está acercando a nosotros.
—¿Está bien?—pregunta preocupado.
—Creo que me rompí la espalda.- Alexander preocupado por mi, es demasiado bueno para ser verdad.
—No estaba preguntándotelo a ti, estaba hablando de la piedra.
Me siento enojada y desilusionada, hasta un poco triste por el menos hecho de que Alexander no le importa mi vida, literalmente.
—La piedra está bien—le digo indignada.
—No te muevas tanto—me pide Eduard con suavidad.
Siento como algo frío recorrer mi espalda y me tenso, Eduard posa su mano encima de la mía tratando de calmarme, esta sensación fría es como la que sentí cuando Margot me curó el torso; unos minutos más y ya había terminado, Eduard me ayuda a ponerme de pie, pero mis piernas me fallan y caigo en el pecho de este, creo que me he quedado sin sangre en el cuerpo y toda evacuó a mis mejillas, Eduard me estaba mirando delicadamente como cuando miras a un figura de cristal.
Alexander carraspea la garganta haciendo que reaccionara y me separara rápidamente de Eduard.
—¿Ahora que voy a hacer? Mi caballo desapareció en el bosque—cuestiono a los dos chicos que están delante de mí.
—Ven conmigo—me pide Eduard.
Sonrío levemente, claro que voy a aceptar su propuesta, pero Alexander suelta una muy pequeña y seca carcajada, me toma de un brazo y con la mirada fija en Eduard da otro criterio sobre el tema.
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Lluvia de estrellas
FantasyMirar al cielo y pedir un deseo al ver una estrella fugaz Viajar en el tiempo y encontrar un mundo completamente distinto "La magia no existe" , eso es lo que siempre he oído, pero, es justo lo contrario de lo que he vivido