Madre

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   En su majestuosa mente, tan misteriosa como la Luna, ella lo plantó, lo cuidó y lo vio crecer.

   Forjándolo con el más duro metal que su corazón  podía fabricar, lo crío como algo suyo, íntimo, sólo para ella.

  Pero en un descuido de esperanza y piedad, por el simple hecho de que él estaba sujeto al misterio, ella le abrió sus puertas esperando obtener la respuesta que había imaginado.

Pero él fue.
  Y ella se quedó tan sola que podía morir.

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