Amor sin tiempo

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El crepúsculo teñía el cielo con sus cálidas y brillantes tonalidades doradas, mientras el canto de los pájaros se detenía y anunciaba que la hora de descansar se acercaba... tanto para ellos como las personas que los rodeaban, los habitantes de Ordon.

Link llevaba una vida tranquila en su amado pueblo, en donde cada mañana se dedicaba a ayudar a su amigo Braulio en las tareas del rancho; alimentar a las cabras, arrearlas cuando se rebelaban y ordeñarlas para obtener de ellas la mejor leche de la zona, la cual utilizaban para producir queso, mantequilla y yogur. Ordon también era famoso por sus calabazas, lo que lo convertía en una tierra económicamente activa y proveedora de las demás regiones.

Como todos los días, Link terminaba sumamente cansado al final de la jornada, pero satisfecho de haberla cumplido y ayudado a los amigos que tanto apreciaba. Una vez que la última cabra había sido acomodada en su lecho, el joven se acercó a Braulio a entregarle las llaves del establo.

- Todo terminado, Braulio. Las cabras ya están listas para...

El joven no pudo terminar sus palabras, pues Braulio se dio la vuelta y lo dejó con la palabra en la boca. Link se sintió extrañado por su actitud, pues siempre se había mostrado cordial y contento con su trabajo. Segundos después se retiró del rancho, dejando de lado lo que había ocurrido.

Al llegar a su casa se llevó la sorpresa de que Ilia lo estaba esperando. Al menos ella si se veía feliz de verlo.

- Hola, Link. Se ve que tuviste un día muy pesado, y por eso te preparé tu comida favorita. – dijo la joven, sonriendo.

- Hola, Ilia, muchas gracias. La verdad si fue un día pesado, pero como siempre productivo. – respondió Link, contento.

- Ve a lavarte las manos mientras pongo la mesa. Hoy cenaremos juntos.

- ¿Por qué siempre estás atenta a mí? – preguntó Link, curioso.

- Porque somos amigos.

- Si tú lo dices...

- ¡Oye! – exclamó la joven, dándole un golpe en su hombro.

- Ya, ya, es una broma. Sabes que eres mi mejor amiga en todo el mundo... mi hermana.

- Sólo por eso estás perdonado.

Link se retiró a lavarse las manos, mientras que Ilia empezó a preparar todo para la cena. Reconoció haber estado enamorada del joven en el pasado, pero luego de que él la rescató de un secuestro que había sufrido comenzó a verlo con ojos de amistad.

- Ya estoy aquí. Comamos de una vez que me muero de hambre. – dijo el joven.

Al descubrir que Link había llegado, Ilia dejó de lado sus pensamientos y se sentó en la mesa a cenar con él, momento en el que conversaron de variados temas, sobre todo de recuerdos de su niñez. La muchacha le recordó a su amigo las travesuras que había hecho, motivo por el que este se sintió avergonzado al rememorar todo. Y así, los temas de charla fueron cambiando.

- Ilia, por cierto... ¿No has notado a Braulio algo extraño? En todo el día no me dirigió la palabra. ¿Estará enojado por algo que hice? – preguntó pensativo.

- ¿Ah? Pues yo hablé con él hoy y se veía tranquilo. Talvez ha estado algo cansado, trabajar en el rancho es pesado. – respondió ella.

- Bueno... puede ser. Mañana hablaré con él.

- Tranquilo, Link. Es lo que te digo, sólo está estresado. Ya no te preocupes por eso.

- Está bien.

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