Capítulo 2|Recuerdos Confusos

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Capítulo 2

- RECUERDOS CONFUSOS -

-Que el día de hoy, Dios reciba con los brazos abiertos a estos increíbles...

Daniel no escuchó más, la mayoría de las personas estaban vestidas de negro, la señora y el señor Longford estaban completamente devastados, un velo cubría la cabeza de la Sra. Longford quien hipeaba en llanto. El cementerio estaba repleto de estudiantes y profesores, Daniel vio de cerca que también el director había asistido al entierro.

Daniel quiso alejarse del lugar, irse a un sitio solo y que transmita la paz que ahora tanto anhelaba, quería a sus amigos y quería estar ahí para sus familias, pero las sacudidas que daba su cuerpo por ciertos estremecimientos, los miles de pensamientos que reproducía su mente y la terrible sensación de estar siendo observado era algo que mantenía a Daniel en un constante martirio y parecía un manojo de nervios.

Con pasos dubitativos, Daniel se alejó de allí esperando que nadie se percatara de su ausencia. Rápidamente se internó en los bosques de pinos que rodeaban el cementerio y empezó a caminar mucho más relajado, podía respirar en paz.

Sus pasos se acompasaron con su respiración y disfrutó de la melodía desencadenada que le ofrecían las aves que revoloteaban la estancia y el batir de las ramas de pino a causa del viento. No supo por cuánto tiempo estuvo caminando, en un instante estaba de frente a un lago cuyo borde estaba repleto de pinos. Al oeste, el sol ya empezaba a ocultarse.

En aquel momento Daniel sintió tranquilidad, podría llorar a sus amigos en paz y así, una lagrima tras otra, fueron resbalando lentamente por sus mejillas hasta mojar su camiseta. Sintió el frenético deseo de devolver el tiempo hasta la noche anterior, quiso recordar los últimos momentos que había pasado junto a sus amigos, quería saber a dónde se habían ido, qué había pasado para que Edgar y él se pelearan, por qué su camiseta estaba llena de sangre. Quería respuestas. Fue inevitable las miradas incomodas que le echaban de los allegados al funeral hacia él, ¿por qué? En un acto de desesperación, Daniel arrojó una piedra al lago con tanta fuerza que la hizo recorrer varios metros. Siguió derramando calientes lágrimas hasta que no supo si se había quedado sin ellas.

Quería recordar a sus amigos. Quería tenerlos de vuelta.

Pero alguien más hizo acto de presencia y Daniel, sin verlo, sintió que alguien lo observaba de cerca. Su cuerpo se estremeció y no supo si había sido por el frío viento que había azotado su cuerpo. Escuchó el ruido de una bota pisar una rama, y volteó enseguida, pero no había nada allí. Su vista recorrió todo a su alrededor pero solo habían imponentes pinos. Sin embargo, aquella sensación de que alguien estaba solo a unos metros de él no lo abandonaba. Recordó de pronto la pesadilla con la que se había levantado aquella mañana, sombras pasando de un lado a otro entre los árboles. Entonces pensó que tal vez su mente, a causa de los nervios, le estuviera ocasionando una mala jugada.

No apartó la vista de los troncos, alerta a cualquier movimiento. Una mano se posó en su hombro e inmediatamente Daniel dio un respingo, por instinto iba a lanzar un golpe pero se detuvo cuando vio de quien se trataba, Christian estaba de pie con las manos alzadas esperando el golpe que nunca llegó.

Daniel dejó escapar el aire y sintió el alivio recorrer su cuerpo.

-Me asustaste, creí que había alguien más por aquí –soltó Daniel enojado porque su amigo lo haya sorprendido de esa forma.

Lo que Daniel no sabía es que sí había alguien más por ahí a parte de ellos dos. 

Christian bajó sus brazos y cambió la expresión de sorpresa a una más tranquila.

Rostros en la Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora