Cánticos I

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I

Fue en este mundo,

Luego de cientos.

Bajo la lluvia que nació,

De la virginidad de un primer anochecer.

Era un tiempo en que la sombra no oscurecía tu rostro.

Ojos llenos de luz,

Que ciegamente observaban al infinito.

II

Fue en este tiempo,

Luego de miles,

Junto al recuerdo de tempestad,

Que persiguió cuyo cazador a su presa.

Encontré finalmente la carne de mi carne

Y de las tormentosas mareas le salve.

III

Cayendo nuestro temple

Los vientos se agitaban furiosos,

Esperando la calma de su señor.

Mientras,

Tú y yo volábamos en la noche,

Violando los primeros tiempos de la creación.

IV

Tu rostro era mi rostro,

Tus manos eran mis manos,

Tus ojos eran los míos,

Y tu vida,

mía,

aferraba furiosamente a mis brazos.

V

De nuevo aquí te tenia,

Bajo la sombra de mis nuevas extremidades.

Ojos oscuros,

Ciegos miraron mi alma,

Y la suya gritó de gozo y alegría.

Pero el rostro que una vez mis labios besaba,

Vació a la tempestad que mi mente negaba.

He allí, nació esta tragedia.

VI

Chillidos, Gritos Y gruñidos.

Colándose en el llanto de la noche.

Mis manos quemaron tu cuerpo,

Y las tuyas sacaron mis ojos.

"Despierta, oh padre de la vida, padre la muerte"

Resonaron entonces sus primeras palabras.

"Salvadme ahora de esta aberrante agonía"

VII

Puesto que del cielo cayeron estrellas,

Y la luz ascendió de la nada...

Vi la sangre recorrer por mi cuerpo

vi tus manos rasgando mi carne,

vi estos brazos,

largos e inútiles,

Incontrolables, Aferrados a ti.

Aunque esta luz que ciega mi alma,

Venga ahora a destruir la esperanza.

VIII

"Soltad pues mi criatura,

peregrino eterno de las tinieblas"

Oí la voz,

La gran voz del señor.

Mis manos negaban mi fuerza,

Y tus huesos, hojas secas que se quebraban

Mi cuerpo, firmes aun sostenían.

"Soltad la vida

Soltad el alma de lo que es mio

Soltadla oh maldita fiera

La tuya jamas tocará la suya"

Y mis manos poco a poco de ti desprendía.

IX

Cual gusano en agonía,

Sacudías tu cuerpo atrapado en el mío.

Y yo,

Cual fiera enamorada de la noche,

Mis brazos y piernas de ti sostenían.

X

Todo caía de nuevo,

El recuerdo,

La amargura,

El miedo,

Y La locura...

Todo volvía de nuevo.

Mi mente atada a la tempestuosa vida,

Gracias a ti,

Gracias a tu desafiante decisión,

Que ha tomado por prisionera a la mía.

Antaño éramos todo

Antaño éramos la vida,

La existencia única y perfecta,

Bajo la oscuridad de la gran Infinidad.

Infinidad que creamos,

Pero que tu ya no la recuerdas. . .

(Editando)

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