''La homofobia en este país ya no es real'' ,''yo respeto la homosexualidad'' ''¿Por qué los maricones actúan como tías?''. ''Nosotros también queremos un día del orgullo heterosexual'', ''la manera en la que se comportan los homosexuales es contraproducente para su causa'' Estos son algunos de los ecos más comunes que nos toca escuchar día a día en un país y un mundo en el que aparentemente ''la homofobia ya está superada''.
Pero no es verdad, la homofobia es uno de los grandes problemas del siglo XXI, hoy en día provoca la muerte de personas inocentes, muchos jóvenes se llevan palizas simplemente por amar...Pero ya está superada, todo el mundo es tolerante, porque todo el mundo ''la respeta''... La homofobia está más viva que nunca, casi tiene alma, y desgraciadamente y sintiéndolo mucho nos va a perseguir durante toda la vida, desde que nacemos hasta que morimos, y por mucho que intentemos que no nos afecte, muchas veces directa o indirectamente va a hacerlo.
Personalmente he sido víctima de la homofobia desde temprana edad (como muchos también lo habrán sido), creo que mi infancia ha sido uno de los períodos en los que más cerca la he sentido, de hecho a veces pienso que de no haber sido por este fantasma podría haber sido un niño más feliz, podría haber sido mucho más libre, a la hora de jugar, de expresarme, sin tener que oír comentarios negativos sobre mi comportamiento por parte de profesores, otros niños, mis propios padres u otros padres, todos ellos creyendo que tenían derecho a corregirme, porque ese es el problema (uno de los muchos) de la sociedad en general hoy día, se creen con el derecho a corregir todo lo que no les gusta de ti, creen que tienen que cambiarte, en lugar de aceptarte como eres.
Para mi pasado niño hubiese sido mucho más fácil jugar con muñecas sin ser juzgado o hacer todo lo que sentía sin que tuviesen que corregirlo constantemente, pero eso no fue así, una vez más por culpa de esta sociedad prejuiciosa. Se me ha dicho tantas veces que soy infantil e inmaduro que lo único que me ha hecho pensar es: puede que realmente la verdadera razón por la que soy infantil (algo que reconozco con orgullo) sea que solo estoy sacando a jugar a mi niño interior ahora que puede ser libre de ser juzgado, y es libre solo porque yo he elegido darle esa merecida libertad al aceptarme como soy. Creo que eso es lo que espero; que este niño no se canse nunca de jugar y de ser libre y feliz.
A pesar de crecer rodeado de tales ideales, la infancia fue uno de los períodos más felices de mi vida, pues al final esa es una de las grandes ventajas de ser un niño, la inocencia te impide ver la crudeza de las cosas y entonces no analizas, no piensas. Nadie me había dicho que lo peor estaba por llegar...
La pubertad fue mucho peor, creo que muchos por desgracia podrán sentirse identificados con algunos de los sucesos. Cuando ya tenía mis 11-12 años recuerdo haber sido acosado constantemente por otros chicos de mi clase y no solo por ellos, sino por otros chicos de mi pueblo que eran incluso bastante mayores que yo. Muchas veces iba tranquilamente con algún amigo por la calle y salía el ''machito'' de turno a gritar la palabra mágica que les hacía sentirse hombres: ''¡Maricón!''. No había momento en el que esto no pasase.
Una de las peores épocas de mi vida tuvo lugar en mi instituto y todo se lo debo a una persona que se creía por encima de mí y con el poder de manipularme aprovechándose de la fuerza, de su influencia en el resto de los compañeros y sobre todo de la inseguridad por la que yo me caracterizaba entonces. Esa persona podía hacer que un solo día en el instituto fuese todo un infierno, llegando a sentir una total liberación el día que él faltaba a clase. Además, alguna vez tal persona llegó a aprovecharse de que él sabía el miedo que yo le tenía para que le hiciese algún favor (como pasarle las respuestas de un examen y otro tipo de cosas por el estilo). Lo peor era que en la mayoría de las ocasiones cuando uno de estos acosos tenía lugar, todos mis compañeros [y algunos profesores] lo presenciaban, pues solían ocurrir durante la clase. Pero todos callaban, unos porque querrían caerle bien, otros porque les daría igual el tema y otros porque no se atreverían a defenderme. Uno de los episodios más amargos que puedo recordar es que en una de las clases él comenzó a meterse conmigo con las típicas palabras que utiliza un acomplejado que necesita sentirse hombre: ''maricón'', ''nenaza'', ''trucha'' yo como siempre intentaba no hacerle mucho caso aunque por dentro estuviese temblando por el miedo de que pudiese llegar a hacerme algo peor...Ese mismo día en esa misma clase algo ocurrió que hizo que la situación se pusiese mucho más seria, ya no era ''una chiquillada'', lo que ocurrió exactamente es que comenzó a aprovecharse del hecho de que a todas las demás personas de la clase les hacía gracia la manera en la que me trataba, se confío demasiado y llegó a las manos. Mi reacción fue hartarme y entre lágrimas contenidas plantarle cara de una vez por todas, pero nadie me tomó en serio y lo que acompañó mi fracaso fue una oleada de risas y burlas hacia mi persona mientras yo comenzaba a llorar desconsoladamente. En ese momento sentía que había hecho el ridículo, me moría de vergüenza y solo quería que la tierra me tragase. Cuando miro atrás pienso en que nunca en mi vida había visto tanto odio junto ni tanta apatía por el prójimo, me parece tan inhumano ver como un grupo de personas es capaz de reírse mientras otra persona llora desconsoladamente... Y es que eso es lo peor, que algunas personas están tan podridas por dentro que el sufrimiento les hace gracia, no son capaces de ponerse en la piel del otro y pensar durante un solo instante ''Quizás esos golpes le están doliendo'', ''puede que esas palabras le hagan sufrir''. Nadie piensa, todos ríen y le quitan importancia, porque al fin y al cabo ''¿No es algo normal entre adolescentes?''.