Capítulo 12: Pasado.

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Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos

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Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.

-Jorge Luis Borges-

-Jorge Luis Borges-

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Yo reposaba sobre la rama de un gran árbol cuando ella apareció una vez más

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Yo reposaba sobre la rama de un gran árbol cuando ella apareció una vez más. Su llegada siempre traía una sensación extraña, como si su sola presencia desentonara con la oscuridad que me rodeaba. Por un instante, deseé que fuera solo una ilusión, que no estuviera realmente aquí, pero ahí estaba, como siempre, trayendo consigo esa luz que me resultaba insoportablemente cálida.

Los animales se acercaban a ella sin miedo, confiaban en su toque. Les ofrecía alimento con dulzura, mientras su otra mano acariciaba el suave pasto, como si pudiera sentir su energía. Una pequeña ave de plumaje brillante se posó en su brazo, y ella la acarició con tanta ternura que por un momento me pregunté cómo era posible que alguien como ella existiera en un mundo tan cruel.

No es que la envidiara ni la odiara, pero verla despertar tanta paz en todo lo que tocaba me hacía sentir algo que no podía comprender. Un sentimiento extraño, absurdo, como un eco lejano de algo que una vez tuve... y que ahora estaba roto. Para mí, los sentimientos eran solo un peso innecesario. Mi corazón no servía para sentir... solo para mantenerme con vida.

—Así que estabas ahí una vez más —me miró con una sonrisa serena—. Me alegra verte.

Siempre que encontraba un lugar hermoso para descansar, ella aparecía. La gran sabia Sofía, o al menos así la llamaban. En algún momento, le tomé cierto cariño, aunque nunca lo admitiría. Desvié la mirada, sintiendo un leve calor en el rostro.

En la oscuridad© [ En curso 2025]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora