SUPERSTAR.
Tyler Sparks. Tiene el nombre más perfecto del mundo. Aunque no le haga del todo justicia porque, más que chispas, de él se desprenden fuegos artificiales. Un cuatro de julio en toda regla que me permito mirar cada mañana desde la ventana de mi habitación cuando él sale de su casa para ir a clase. A las siete y veintiocho minutos de la mañana, cuando suena el claxon justo donde termina mi vista de la calle. Aunque sé perfectamente quién lo recoge. Pero eso no es lo importante. Lo importante es verlo salir a toda prisa, normalmente con un bollito sujeto entre los dientes, y colgándose la mochila del hombro izquierdo. Y saltan chispas. Vaya que sí. Y yo suelo quedarme embobada más segundos de los que puedo permitirme, así que siempre me toca correr para coger el autobús. Y todas las mañanas me acomodo en los asientos centrales del autobús escolar, ni al final con los guais ni al principio con los pringados, y escucho la misma canción con los auriculares enganchados a mi móvil pensando en que casi podría estar escrita por mí para él. A veces, hasta me imagino que se la canto al oído, y que canto como Taylor Swift, claro está. Sparks fly. No sabes cuánto, Taylor Swift. Y la única pega es que tengo que cambiar lo de 'green eyes' por 'brown eyes', pero es una pequeñez porque suena igual de bien, o incluso mejor, y Tyler tiene los ojos color avellana más alucinantes del universo.
Tyler Sparks. Y no solo son su nombre y sus ojos lo que me flipa absolutamente de él. Ahora lo pienso más que nunca. Justo en este momento, mientras contemplo su espalda con toda la atención que debería estar prestándole a la clase de biología. Pero es que tiene los hombros cuadrados y lleva mi camiseta favorita, y hace tres días se cortó el pelo y no puedo dejar de pasear mis ojos por esos mechones rubios que le rozan la nuca y de imaginarme cómo sería enredar mis dedos entre ellos. Así que sí, me flipa su pelo. Me flipan sus hombros de quarterback. Y, definitivamente, me flipa el borde del tatuaje que sobresale bajo la manga corta derecha de su camiseta azul marino de American Eagle, que se le pega a los bíceps. Oh, pero tampoco soy tan superficial. No se trata de eso y nada más. Hay más. Mucho más. Como su risa electrizante y el tono de su voz cuando intenta hacerse el gracioso en clase. Como el acento de la costa este que ha ido variando hasta convertirse en una mezcla única del de ambas costas. Como los chistes malos que me hacían reír tanto cuando éramos amigos. Cuando lo conocí.
Ya llevo unos cuatro años enamorada perdidamente de Tyler. Cuatro años, y desde hace algo más de tres me dedico a mirarle en clase y suspirar. Y él, muy de vez en cuando, me dedica una sonrisa leve cuando nuestras miradas se cruzan por casualidad. Hasta, en ocasiones, me suelta un '¿qué tal, Ash?' cuando nos cruzamos por los pasillos o en la puerta de nuestras casas. Pero ya nunca se queda a escuchar la respuesta. Y es que ya no es exactamente el mismo que era hace cuatro años. Él ya no es el nuevo en la ciudad. No es el chico monísimo que acaba de mudarse a la casa de al lado. Aunque siga siendo monísimo. Y aunque siga viviendo al lado. Así que ser amigos era lo más natural al principio, cuando llegó, cuando aún no conocía a nadie y resultaba que la vecina de al lado también iba al mismo instituto. Pero después conoció a más gente, claro. Y Tyler y yo somos muy diferentes. Y, bueno, él entró en el equipo de fútbol y yo no soy precisamente una animadora, así que era inevitable que nuestros caminos se alejaran. Supongo. Ahora mismo, él es uno de los tíos más populares del instituto y yo... Yo sigo siendo yo. No una animadora. Tampoco una marginada. Simplemente alguien que pasa desapercibida. Una chica normal, con un grupo de amigas normales. Con las que nadie se mete, pero que tampoco son invitadas a las grandes fiestas. Chicas que hacen cosas normales. Que no aparecen el lunes en clase con resaca del fin de semana. Tyler sí. Aparece con resaca los lunes. Y muchos viernes. Y, alguna vez, también los jueves. Somos mundos distintos. Pero, ¿no dicen que los opuestos se atraen? Cada vez que oigo ese cliché me dan ganas de responder con un 'amén'.
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BadAsh. Saltan chispas.(NO COMPLETA). ¡EN FÍSICO! CON EDITORIAL CROSSBOOKS.
Teen FictionAshley lleva cuatro años colgada del quarterback de su instituto. Sabe que nunca será suyo. Pero, entonces, el mejor amigo de su amor platónico le propone algo: la ayudará a conseguir que el chico de sus sueños se fije en ella para lograr deshacerse...