Mi alma es tuya. Una dulce despedida.

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Toda historia que inicia debe llegar a un final.

Las almas que se añoraban ahora están unidas y no se piensan separar, caminarán juntos en una nueva vida y cuando sus almas se separen con la muerte, volverán a buscarse, porque son almas gemelas, nacieron el uno para el otro y eso no debe de dudarlo nadie, vida tras vida, historias tras historia, el destino siempre los juntará.

Mi alma es tuya

aviso importante leer el baile mientras escuchan el sountrack del castillo vagabundo

La hermosa noche se hizo presente en el reino azul, el cielo de colores claros abandonó su vestidura para dar paso a la bella oscuridad de su alma, dispuestas a mezclarse con la espesa negrura se encontraban los diamantes del cielo, quienes a su vez tenían la gracia de compartir la bóveda celeste con la plateada luna, la cual resplandecía con la más mística belleza, los faroles del jardín acompañaban con delicadeza a las sublimes flores que lograban brillar más que la mismas estrellas, aromatizando con su encanto y seduciendo a la luna.

El aire nocturno rozó con suavidad las mejillas del chico en el jardín, con un suspiro calmado Arthur agradeció que el viento enfriara su cara, realmente necesitaba bajar el calor que se apoderó de ellas desde el momento que miró a su futuro esposo, pero en realidad esa pequeña sensación de hormigueo en las mejillas y mariposas en el estómago no había desaparecido, no desde que sus ojos verdes chocaron con los zafiros de Alfred en aquel curioso primer encuentro.

—De todas las personas... ¿por qué él? —Su pregunta fue arrastrada por el viento, en espera de llegar a los oídos de alguna deidad que resuelva el enigma que atormenta su mente. —¿Realmente estaremos destinados?

Sus suaves pasos resonaron en el silencio nocturno, con calma y gusto admiraba la hermosura de las fuentes que acompañadas con luces y la majestuosidad de la flora, se creaba el ambiente más maravilloso y fantástico que había conocido alguna vez, y se dejó llevar más por la pomposidad inhumana del lugar cuando cientos de pequeñas luciérnagas alzaron su vuelo, creando una destellante danza, como si las estrellas del cielo, y la tierra, se unieran en una suave comparsa ancestral en honor a la luna. Al sentir el ligero aleteo de las luciérnagas aunado a la lindura del ambiente, no pudo evitar soltar ligeras risas en símbolo de felicidad.

Un brillo distinto llamó su atención, afilando la mirada buscando que había sido ese extraño brillo y para su sorpresa algunas hadas se encontraban jugueteando en el jardín, moviendo sus manos como si dirigieran una invisible orquesta, hasta que notó que las luciérnagas hacían caso al movimiento que hadas indicaban. Una de ellas lo miró y sonrió antes de que los animales de luz crearan un camino, él confiando en las pequeñas criaturas se decidió a seguirlo.

Para su deleite, el camino de luz lo guió a un sitio que describiría como sacado de un cuento de fantasía; un gran quiosco de mármol que tenía un agujero en la parte central donde la luz de luna reflejaba en unos pequeños faroles que iluminaban juntos a una magnifica fuente de cristal, donde el agua era tan transparente que la luz de la luna le daban reflejos plateados como si fuera plata líquida la que corriera libre por las figuras de dos amantes abrazados, la fuente era protegida con las bellísimas rosas blancas y azules, se acercó con cuidado, paso a paso como si el lugar lo colocara en un trance, trance del que despertó al escuchar un suave tarareo.

Alfred, aquel hombre al que el destino lo había atado, se encontraba tarareando una dulce melodía y a su vez balanceaba su cuerpo como si fuera al compás de un suave vals, lo que más quemaba su curiosidad era que el futuro rey que podría portar la ropa más elegante de los sastres más reconocidos, sólo portara unos pantalones sencillos junto con una vieja sudadera de color rojo, hasta se sorprendió de notar que no tenía zapatos puestos y a pesar de todo el chico disfrutara de la sensación del frio mármol y el húmedo pasto que pisaba con cada paso de su suave bailoteo.

Mientras que el de ojos zafiros giraba encantado entre las luciérnagas, Arthur se acercó a él , su mente se relajaba a cada paso que daba, la música y el ambiente nocturno lo hacían caer en un mágico hechizo, logrando que de forma inconsciente su cuerpo se acompasara en los pasos de Alfred, hasta que ambos chocaron sin querer, como si sus cuerpos fueran imanes deseosos de atraerse, los futuros monarcas se sorprendieron ante el contacto, pero anhelando no separarse llevaron sus manos al lugar que pertenecían al momento de un suave danzar, esta vez no eran sólo sus cuerpos los que se movían al compás de una música natural, eran sus almas que jubilosas de encontrarse otra vez disfrutaban de la libertad, reluciendo con encanto aquellos pasos que derramaban un aura de fantasía.

El zafiro y la esmeralda conectaron, un hermoso brillo le dio vida a los ojos de los dueños, Alfred atrajo con suavidad a Arthur, dejando que la cabeza de este descansara sobre su pecho mientras el suave movimiento continuaba, el pecho del más alto se sentía cálido y dulce como los besos de su madre o los abrazos de aquellos amados familiares, pero a la vez el calor se volvía único y ardiente como el calor del ser amado.

—Ésta sensación... es tan familiar. —Alfred detuvo el balanceo para mirar con dulzura a su compañero —Como si esto fuera lo correcto.

—Es lo correcto. —Los rostros de ambos se acercaron lentamente, dando un mudo permiso de detener lo que sucedía si así se deseara, pero ninguno lo quería, el cálido aliento de ambos se mezcló con premura, hasta que ambos labios se tocaron gentil, dulce y suavemente, y en cuanto los labios de ambos se separaron, el futuro rey se inclinó para besar la mano derecha de aquel que sería nombrado reina, para después besar el dedo anular izquierdo de su pareja, como símbolo de promesa eterna. —Arthur, no sé qué me depara el futuro, lo único que sé es que nuestro destino es estar juntos, pero no quiero que sólo nuestras almas estén conectadas, quiero dar todo de mi para ganarme tu corazón y ser el merecedor de todo tu amor.

—Alfred, apenas nos conocemos. —El nombrado se levantó para después abrazar de nueva cuenta a su compañero. —No sé nada de ti y tú no sabes nada de mí.

—Puede que eso sea cierto, pero por eso a partir de ahora recorreremos éste camino, juntos. Yo Alfred F. Jones te prometo que me convertiré en tu amigo, y si no puedes verme como aquel que ames seré tu fiel compañero, juntos nos convertiremos en el sostén de nuestro pueblo, juro ante ti que nuestro reino será grande. —Una elegante reverencia se presentó, los ojos llenos de determinación brillaron con divinidad ante la luz de la luna, brindándole a su compañero una gran seguridad y confianza. —Lo haremos juntos. Porque yo Arthur Kirkland te juro dar cada paso junto a ti, pensando siempre en nuestro pueblo, ambos haremos lo mejor como los monarcas de Spades.

El próximo rey extendió su mano, la cual fue tomada delicadamente hasta ser envuelta tiernamente, brindándoles a ambos una cálida corriente que recorría su cuerpo.

Compartiendo ese suave calor ambos rubios se encaminaron a las puertas del castillo, dejando atrás el santuario donde ambos dejaron a sus almas unirse hasta el fin de sus días.

Ahora es momento de terminar la historia que con gusto se ha contado, las almas se han encontrado después de éste tiempo separados, ahora más que nunca creerán en el destino.

Un ciclo ha terminado, pero uno distinto ha empezado, un nuevo relato que en otro libro será contado.

Adiós Almas gemelas, tu momento ha terminado, fuiste un ciclo de conocer a tu ser amado, pero ahora la historia ha cambiado.

Las llaves del tu corazón será un nuevo relato, que muy pronto será revelado...







Notas de autor:

Bueno mis queridas, este es el final de esta temporada, espero pronto tenerles la segunda: Las llaves de tu corazón.

Lo que paso después de ese beso en la mano dentro de la sala del castillo, se retomara en el segundo fic, porque Almas gemelas representa el encuentro de las dos almas gemelas que ahora se han unido y Las llaves de tu corazón sera dedicado a el deseo de Alfred por enamorar a Arthur, no solo por ser almas gemelas, sino porque así lo desea.

Sin más que decir: Esto no es un adiós, es solo un hasta luego.

Almas gemelas (UsUk)/cardverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora