2 de agosto, 2017

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—Bella mi amor, levántate —María, la madre de Bella golpea la puerta y baja para servir el desayuno. 

—Buenos días —Saluda Hernan, el padre de Bella. 

—¿Cómo amaneciste? —pregunta María sin mirarlo a los ojos. 

—Bien ¿Dónde está esa niña? —Mira todo el comedor buscándola. 

—No demora en bajar —María se encoje de hombros y entra a la cocina. 

Hernan bufa frustrado, ¿Cuándo cambiará esta niña? Pensó, en qué momento se volvió tan caprichosa y estúpida, yo no la críe así. Respiró profundo y decidió subir a la habitación de su hija para levantarla, se le ocurrió hacerlo como cuando estaba pequeña, sonrió y entró a la habitación. 

No la vio en la cama y pensó que estaría en el baño, se dirigió a Él y tocó, no obtuvo respuesta entonces decidió llamarla. 

—Bella mi amor, ¿Estás bien? —Su voz se mostró dulce —. Bella... ¿Estás ahí pequeña? —Volvió a hablar —. Cariño, voy a entrar —dijo y abrió la puerta. 

El baño estaba vacío, ella tampoco se encontraba ahí, volvió a la habitación pero esta vez María apvolvió.tras él. Empezaron a buscarla, más no estaba en ningún lado, desesperados salieron y empezaron a buscar por todo el jardín. 

Al llegar a la parte trasera sus cuerpos se quedaron congelados, un escalofrío intenso recorrió la espina dorsal de Hernan y las lágrimas empezaron a empañar sus ojos, las fuerzas que su cuerpo poseía desaparecieron y se desvaneció junto al de su hija ya sin vida. María gritó mientras lloraba fuertemente, su corazón latía con fuerza aunque ella deseaba que  no lo hiciera, que por lo contrario se quedara inmóvil y morir junto a su hija. 

Él por su parte, sentía que su corazón se destrozaba por partes haciendo el acto más doloroso, odiaba el momento en el que su hija había tomado esa decisión sabiendo que era la luz de sus ojos... Se fue y lo dejó, se fue para no volver... 

El cuerpo de Bella yacía en el suelo inmóvil y sin vida, decidió terminar con el infierno en el que vivía, aunque tenía mucho por lo cual seguir, su principal razón ya no existía, se había ido hace mucho tiempo y no volvió.

El hombre muerto en vida y con el alma echa pedazos se paró del lugar y entró a la casa, pasó por la habitación de su hija y la observó con melancolía, todo lo que un día era perfecto ya es sólo una ruina; él se había encargado de tirarla al peor basurero.

Llegó a su habitación y observó la cuna que nunca, ni él ni su esposa fueron capaces de sacar, aquella donde había dormido la dulce Bella sus primeros años, regalándole ternura y amor a toda su familia. Levantó el colchón de esta dispuesto a desarmarla dejándose llevar por el dolor.

Miles de sobres encontró frente sus ojos, los tomó todos y los contó, eran 19 para ser exactos. Los juntó y dejó de lado su anterior actividad, todas tenían una fecha, empezaban en el 2012 y aparentemente no volvieron a aparecer hasta el 2017.

Destapó la más antigua: 7 de Febrero, 2012. La leyó... Continuó con la segunda y después con la tercera, para pasar a la cuarta. Se negaba a creer lo que estaba leyendo. Él lo sabía, lo tenía muy en  claro, estaba destruyendo a su más preciado tesoro y no quiso hacer nada para detener aquello.

Las lágrimas corrían por sus mejillas una vez más, sentía su corazón desacelerarse y en ocasiones parecía querer salir de su pecho. Esa era la más grande tortura, el más cruel testigo, el más duro momento de su vida.

Su hija, su princesita, su vida entera había decidido tomar esa decisión por su culpa, él la había matado, él había marchitado aquella flor que un día con tanto esfuerzo cultivó.

Y en su mente sólo se repetían dos palabras, dos por las cuales daría todo por volver a oír:

"Hola papá"

Hola PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora