Tres reglas:
1- Nunca jugar solo.
2- Nunca jugar en un cementerio.
3- Siempre decir adiós.
Historia completamente mía, prohibida su copia y/o adaptación.
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-Has estado rara esta última semana -mencionó Andy situándose a mi lado-.
-¿Rara? -pregunté esquivando a un grupo de alumnos que se amontonaban en torno a algo que poco me interesaba.
-Sí, y mucho. Me has estado evitando, y, además, has estado... bastante distante conmigo -aseguró mirándome-. ¿He hecho algo mal?
-No, no es eso, es solo todo esto del cambio de vida y tal, me tiene un poco despistada -mentí.
-Nunca le mientas a Satanás, ¿cuántas veces te he dicho que me pone de muy mala ostia que me mientan? -preguntó apretando los puños y tensando su mándivula en un intento desastroso de esconder su furia.
-Vale, vale. Perdona. Es que no me siento preparada para que te enteres, eso es todo -finalicé acelerando el paso y entrando al aula de robótica.
[...]
-¡Hey! ¡April! -gritó una voz a mis espaldas.
-Oh, hola Silvia -dije dándome la vuelta completamente para encarar a mi amiga.
-Te llevo buscando todo el día -dijo recuperando el aire que, en este momento, escaseaba en sus pulmones.
-Pues ya me has encontrado, dispara.
-Sé lo que es tu amigo -dijo bajando su tono de voz.
-No sé de que me estás hablando -dije intentando esconder mi reacción de sorpresa.
-Lo sabes perfectamente. Mi padre es el director de este Instituto, él me lo ha contado todo -dijo mirándome muy seriamente-. Sé como ayudarte, si en cualquier momento te sientes desesperada por el tema yo estaré ahí para ayudarte. No lo dudes -afirmó para luego desaparecer de mi campo visual entre toda la manada de alumnos que inundaban los pasillos.
-¿Estás bien? -susurró Andy a mis espaldas agarrándome por la cintura.
El tacto de sus cálidas manos con la piel desnuda que dejaba ver mi crop top negro me hizo despertar del trance en el que había quedado sumida.
-Hace cinco minutos que ha tocado el timbre -volvió a susurrar sobre mis labios esta vez.
Moví la cabeza hacia un lado haciendo que los labios de Andy rozaran mi mejilla.
-Entonces será mejor que nos vayamos -dije soltándome sutilmente de su agarre.
Oí el bufido de Andy a mis espaldas pero eso no hizo que me detuviera.
-Yo te espero en casa -gritó.
Al darme la vuelta y ver que Andy había desaparecido, cambié mi rumbo y fui directa al despacho del director.
Después de varios minutos buscando la puerta del padre de Silvia, la encontré y entré sin llamar.
-¿Cómo lo hago? -pregunté de forma que llamara aún más su atención-. ¿Cómo me deshago de él? -pregunté mirando fijamente al suelo horrorizada ante la idea de no ver más a Andy.
