la leona

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Partiendo de lo que fue el mercado Los Dolores hacia el parque La Leona, la calle llevaba el nombre de “La Pradera” en la capital de Honduras, la accidentada topografía de la ciudad y las vueltas que había que dar para llegar al parque subiendo la pradera, fueron conocidas como las vueltas de La Leona”. 

En esa subida vivió hace muchos años una joven y bella mujer que se dedicaba a la práctica de ciencias ocultas y era visitada por la gente bien de la ciudad deseosa por saber lo que le deparaba el destino para afianzar un amor o recuperar un amor perdido. 

Una tarde llegó a visitarla un joven llamado Efraín quien buscaba urgentemente contactarse con su madre muerta. Me la han recomendado dos personas que la visitan, dijo Efraín, se que usted posee dones especiales y quisiera saber si podría comunicarme con mi madre, ella falleció hace dos años, la mujer lo miró fijamente a los ojos y le dijo; 

“Acompáñeme… siéntese en esa silla y coloque sus manos sobre la mesa, dentro de unos minutos sabremos si su madre desea comunicarse con usted”. Acto seguido ella colocó un espejo sobre la mesa un vaso lleno de agua y frente al vaso una vela de color blanco. “Concéntrese en la figura de su mamá como cuando estaba viva voy a encender esa vela y si ella aparece en el espejo es que quiere entablar una comunicación con usted”. 

Al encender la vela apagó las luces de la habitación se sentó en un extremo de la mesa y con voz suave preguntó: “¿Qué ve en el espejo?”, “Veo que se está formando una figura… es, es mi madre... Dios mío... esto es... increíble. La mujer encendió las luces y quitando el espejo expresó: “Tiene que estar el próximo viernes conmigo, venga a las diez de la noche, estaré preparada para que por mi medio pueda platicar con su mamá”, posteriormente hablaron del precio de aquella extraña consulta y de lo que costaría la comunicación con la difunta. Concluidos los arreglos él se alejó presuroso de aquella casa ubicada en las vueltas de La Leona. 

Llegó el día señalado para invocar al espíritu de la madre de Efraín, la mujer lo recibió con amabilidad, lo llevó a la habitación donde previamente había colocado un gran espejo y una vela grande enfrente, vamos a comunicarnos con el espíritu de su madre –dijo ella, espero que se haga presente, aún no me ha dicho su nombre para llamarla. 

Efraín un poco nervioso le dijo: “Adela, se llamaba Adela”, encendió la vela y la mujer le pidió a Efraín que se colocara ante el espejo para llamar a doña Adela, cuando el reloj marcaba las diez de la noche con veinte minutos en el fondo del espejo apareció una especie de neblina... 

Durante una semana Efraín fue presa de una elevada fiebre, deliraba y se ponía como loco, todo lo soportó solo hasta que una tarde imploró a Dios que lo perdonara; “Perdóname Dios mío, he pecado tratando de hablar con mi madre muerta... hice cosas incorrectas Señor”, poco a poco el joven se fue recuperando, a veces escuchaba una voz que le decía: “Maldito... por tu culpa estoy en el infierno”. 

Una mañana fue a visitar a un viejo amigo de la familia don Macario Vásquez a quien le contó lo sucedido, el viejo mirándolo de pies a cabeza le dijo: “No me explico como no estás muerto o loco, si sigues escuchando esa voz tenemos que ir a esa casa a las once de la noche para liberar a las almas en pena que ahí habitaban y seguramente el alma de doña Adela también se encontraba en penas por haberla llamado por el espejo. 

“Tienes que pedirle perdón a tu mamá –dijo el viejo, debes tener mucho valor, vamos a enfrentar algo desconocido”.Escogieron un viernes para ir a la casa, don Macario llevaba agua bendita, un crucifijo de madera y un rosario. 

Llegaron frente a la casa a las once de la noche, el viejo empujó suavemente la puerta, estaba abierta, acto seguido encendió varias velas que iluminaron el interior, había fragmentos de vidrios en el piso, orando en voz alta don Macario comenzó a regar agua bendita por toda la casa y una señal suya el muchacho gritó: “Mamá... perdóname no debí llamar tu espíritu, perdón mamá” en ese momento la puerta se cerró violentamente y un aire helado invadió la casa, don Macario se arrodilló: 

“En el nombre de Dios todopoderoso mandamos a todos los espíritus diabólicos que se encuentran aquí que se vayan de donde vinieron, han sido vengados los muertos y en el nombre de Jesús pedimos al espíritu de la mujer diabólica que aquí vivía que se vaya para siempre sin causarle daño a nadie, las velas se apagaron y un grito aterrador se escuchó en aquella zona de la ciudad capital. 

El viejo y el joven abandonaron el lugar desapareciendo entre las sombras de la noche. Cuentan que Efraín dedicó su vida al servicio de Dios aconsejando a la gente que nunca se invocara en las ciencias ocultas o que consultara a los muertos, a todos les contaba la tenebrosa historia de aquella casa ubicada en las vueltas de La Leona. Con el tiempo la casa fue derrumbada y en su lugar hoy se levanta una moderna construcción. 

(Tomado del Diario La Prensa, San pedro Sula, Honduras, CA.)

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