No sabes apreciar la compañía hasta que la soledad te consume. Das por hecho que siempre va a haber gente, no te planteas que puedas estar realmente solo.
Hasta que ocurre.
Un día te levantas y miras por la ventana, pierdes el día en tu cabeza.
Otro día. Y otro.
Y otro más.
De repente te acuerdas de que había gente, pero no sabes dónde están, no sabes lo que pasó. Perdiste los días metido en tu mierda.
Y qué te queda.
Quedas tú y tu cabeza.
Queda la sangre, y la enfermedad.
Hay más cosas fuera, sí, lo sabes. Pero hay un gran muro entre tu cabeza y la realidad, ese muro no te deja mirar fuera.
No tienes fuerzas para derribar el muro, solo para llorar junto a él. Lo intentas cuando puedes, intentas fingir que no existe. Intentas gritarle y el eco te golpea. Intentas pegarle y el que se rompe eres tú. Día tras día.
No vas a conseguirlo nunca.
Y qué te queda.
Queda la sangre.
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Relatos oscuros
Historia CortaConjunto de relatos cortos de temática dramática y oscura.