Mire de reojo, el atardecer que se posaba en el cielo, podía sentir rozando mis mejillas conejos de algódon saltando en el cielo.
Sentí mi risa resonar en mi balcón, como riendome de lo precioso, mientras fotos aleatorias que había tomado aquella tarde, pasaban por la camára, sin embargo; la única que logró llamar mi atención fue la de aquellos ojos oscuros, María lucía sonriente y pequeñas rutas se marcaban en sus ojos mientras sonreía, el atardecer durazno de sus ojos me hizo recordar a la miel, y en ellos se reflejaba el cielo de esa tarde.
Su cabello se sentía en un concierto de rock, pintado del salpicado de esta tarde, con ondas cayendo sobre sus hombros, cómo la cascada mas preciosa.Solo pude sonreír.
ESTÁS LEYENDO
huracán
PoesiaLo que más me intrigaba sobre aquella chica tan preciosa era que en ningún momento pude sacarmela de la cabeza.