SOLA PERO BIEN ACOMPAÑADA

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Hola personitas lindas y fieles, ¿cómo van? 

Quería contarles que estoy pasando por una "sequía de ideas" y no me estoy inspirando fácilmente con esta historia. La siento algo forzada y lo que menos quiero es escribir solo por publicar, sueño con concluir este fanfic y no dejar a medias algo que tanto me ha gustado. Les abro sinceramente mi corazón para que me den todas ideas que se les ocurran, y en los caps que las use haré "mención de honor" y lo dedicaré a esas almas creativas que me ayudan a sacar esta historia a flote. 

Sin más demoras, esto continúa. 

¡¡¡Besitos!!!  


Desde que salí con ese gato  a patrullar anoche no he podido dejar de pensar en él...  más bien, en sus palabras. ¿Cómo es posible que no pueda tener amigos en este lugar? Aunque pensándolo bien, sus palabras tienen sentido. No he podido conocer a nadie y la única persona de mi edad aquí, soy yo. Sus palabras me hicieron dar cuenta de lo sola que me siento, su compañía estos últimos días, aunque no es de mis personas favoritas, ha sido muy grata... Pero no es suficiente. Necesito de la compañía de alguien más para salir de la monotonía en la que he caído. 

Decidida a salir por unas horas del palacio, fui a mi habitación a buscar algo de ropa un poco más normal, pues los únicos que debíamos llevar una ropa algo extravagante éramos nosotros por ser la familia real. Metida en el armario encontré mi ropa de siempre, mi camiseta de flores y mi pantalón color rosa. Junta a ambos encontré un saco con capucha que serviría perfecto para ocultar un poco quién era, y para completar, dejé mi cabello suelto, pues muy poca gente en la vida me había visto así. 

Me escabullí por varios pasillos del palacio hasta llegar a la cocina, dando con la única puerta del servicio libre de vigilancia. En ese momento eran muy pocos los cocineros que estaban allí, el resto estaban planeando qué prepararían de cenar para la siguiente noche. Aproveché su descuido y salí, dándome en la cara con un fuerte campo de fuerza mágico a los pocos pasos. Había olvidado ese pequeño detalle: las hadas están encargadas de proteger el castillo con magia, mientras que otras criaturas hacen uso de su fuerza. Tikki me ha dicho que sólo la magia de una persona con sangre real puede abrir un pequeño agujero en el muro mágico y pasar, así que no perdía nada con intentarlo. Me escondí tras unos arbustos mientras de todas las formas posibles intentaba hacer algo que me permitiera salir. Ante todos mis intentos fallidos me desesperé y terminé poniendo una mano sobre ese muro transparente que me separaba de mi libertad. 

- Por favor, no quiero estar más tiempo sola...

En ese momento mi mano pasó de largo, luego mi brazo. Podía pasar. No podía creerlo, ¿sólo tenía que pedirlo? Eso era absurdo. Atravesé el campo y llegué a un bosque. me escondí entre los árboles sin perder de vista el castillo y caminé rodeándolo hasta dar con el camino que va hasta la ciudad. 

Después de quince minutos de caminata, por fin llegué a la entrada de la ciudad más cercana y afectada del reino. Más que una ciudad parecía un pueblo sacado de un cuento, las casas se veían pequeñas, pero como muchas otras cosas del reino, eran encantadas, por fuera eran diminutas, por dentro eran enormes. Las calles de piedra hacían ver todo más rústico pero sin perder ni un poco el encanto. La gente caminaba tranquila sin siquiera notarme. 

Caminé dando vueltas por todo el lugar y me daba cuenta que ver todo desde el techo no es igual en lo absoluto. Podía sentir la cercanía de la gente, veía sus rostros, podía memorizar sus facciones... Era algo completamente nuevo y maravilloso. Habían pequeñas lucecitas que volaban entre la gente y de ellas sí tenía que cuidarme: eran pequeñas vigilantes. Con un poco de hambre entré a una panadería que se veía concurrida, me acerqué al mostrador y pedí un café con un pedazo de una torta parecida a una que preparaba papá.  

La princesa perdida (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora