Una función de lagrimas

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Siempre me ha gustado como suenan las cornetas, como suenan los acordeones, las cajas musicales, los ensordecedores aplausos, el rugir de los tigres y leones, las carcajadas y las exclamaciones de sorpresa, angustia y hasta horror para volver a las risas. Tan coloridos como llamativos, tan alegres como divertidos, el circo siempre ha sido un gran lugar para divertirnos, eso dice mi madre. Mi madre es la mejor trapecista de todas, ella siempre cae de pie, ella siempre logra caer perfectamente, con elegancia y con grandes proezas llega siempre a su destino; mi madre vuela por los aires, con gracia y gran belleza, es la mejor.

Todos los días es llamada por el maestro de ceremonias, el que le paga y el que nos permite vivir con él y disfrutar de trabajar en este circo, somos una gran familia, tan llena de compañerismo, de cariño. Todos me tratan bien, me cuidan, no dejan que me acerque a muchos lugares porque puedo lastimarme, dicen que aunque el circo sea un lugar de risas y diversión siempre hay pequeños peligros de los que cuidarse.

Todos los días al despertar nos levantamos temprano, desayunamos juntos lo que algunos recolectaron y fueron a comprar para dejar a Eugenia cocinar, una mujer regordeta un poco gruñona que a mí me consiente mucho, siempre lo ha hecho, dice que soy un niño muy bien portado, cuando es mi cumpleaños prepara un pastel grande, muy grande con mucha crema y eso es muy rico. Pero hay más que solo ella, están los hombres que cargan las cosas, quienes decoran, los que cuidan de los animales, yo le tengo miedo a los tigres, Edward, el hijo de uno de los criadores dice que una vez casi un tigre le come la mano cuando lo alimento, pero él ha sido muy valiente y logro dominar al fiero tigre, yo quiero ser igual de valiente como él lo ha sido.

¿Quién soy yo? Oh... jejeje lo siento, que vergüenza, yo soy Ethan, el hijo de la mejor trapecista de todas y ¡seré un payaso!

Siempre me han dicho que soy demasiado chico para ser un payaso, tengo 8 años, pero todos los días voy con ese hombre que se pinta el rostro y que con sus bromas siempre me hace reír, siempre me acaricia el cabello y lo revuelve haciéndome reír mucho, su nombre es John, pero le decimos Jonny de cariño, porque es el sonriente Jonny, ningún payaso en el mundo hace malabares como el, ninguno puede botar sobre la pelota como lo hace el, sin duda, nadie puede hacerlo que Jonny hace, tiene 18 años, aun es joven según dice mi madre, tiene una novia y ella es quien hace los vestuarios para nosotros.

Su novia es Karla, una joven rubia muy linda, delgada y sonriente, encantada con Jonny, se nota cuanto le quiere y de vez en cuando se han besado, les he visto, sé que es algo normal entre los adultos y los jóvenes, pero es asqueroso como hacen eso, verlos besarse me da asco. Ella hizo el traje blanco que yo llevo a veces en mis lecciones con Jonny, dice que el blanco es puro e inocente como yo, pero que con el tiempo lo teñiré del color de mis sentimientos, el amarillo de la felicidad, el azul de la calma, el morado de la emoción, el rojo del amor, el verde de... bueno, aun no sé qué podría ser el verde, pero algo se me ocurrirá, siempre se me ocurre algo bueno y...

―Ethan, te he estado buscando por todos lados, hijo, debiste estar en el árbol donde te dije que me esperaras―de mi brazo me lleva jalando, aunque es algo brusca entiendo que sea así, me he movido y acabe cerca de los camerinos, a ella no le gusta que vaya a los camerinos, dice que hay adultos que me pueden hacer cosas malas, en los camerinos los adultos están, no sé porque o para que pero están y me da curiosidad.

―Lo siento mami, no me volveré a ir.

―Eso espero, los niños no deben de ir por ahí caminando solos y mucho menos donde hay muchos adultos, solo debes confiar en mí, en mi nada mas―por eso la quiero tanto, me cuida mucho, me quiere mucho y me ayuda con tantas cosas, me enseña todo lo que ella sabe, dice que no sabe mucho, pero ella sabe un montón de cosas, mi mami es una genio.