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– ¡Melanieeee!, ¿Melanieee dónde estás? ¿Estaás bien?, lo siento, no calculé el impacto que tendría la explosión, ¿te lastimaste? - ¿¡Papá!? ¿Qué haces aquí?, ¡Dios mío!, no lo puedo creer – Estaba perpleja, nunca creyó estar más alegre de ver a su padre.

 - ¿Cómo llegaste? – Un padre siempre va a estar pendiente de su hija, esté donde esté. Y, más cuando desaparece de repente de la escuela. – Dijo cortando sus ataduras y liberándola de la camilla en la que estaba sujeta. – ¿Cómo supiste donde encontrarme? – No cabía Melanie de sorpresa– Vamos andando, este lugar está hecho pedazos hay que salir de aquí. ¡Rápido Mel!, ¡no te quedes atrás!. – estoy detrás de ti papá. 

– Apenas si podía seguirle el paso de lo rápido que andaba y del shock en el que estaba. Una vez afuera se apresuraron a huir del lugar, pues se escuchaban sirenas llegando al sitio. No querían ser interrogados, así que fugarse era el mejor plan. A diez calles se encontraba un pequeño y reservado parque infantil. Allí se dirigieron. Cuando llegaron se sentaron y trataron de calmarse y pasar la agitación y la adrenalina. 

Pasados 10 minutos, Melanie comenzaba a impacientarse. No era precisamente de las niñas que les gustara esperar, pero sabía que su padre tenía muchos pensamientos en la cabeza y cosas que explicar, así que decidió darle otros minutos. Mirando a la nada Tomás comenzó – Yo siempre quise ser papá...nunca tuve la oportunidad hasta que llegaste tú. Solo tengo que decir que aproveché la oportunidad. Cuando nos enteramos de que tu madre estaba embarazada. Pensé en lo afortunada que era por serlo. Pero ella no pensaba lo mismo. No te quería. Intervenimos quirúrgicamente cuando las cosas se complicaron con ella por los sueros que le dábamos y llegaste al mundo. 

El jefe no sabía que hacer. Un bebé no estaba dentro de los planes. Te tuvimos unos días mientras decidían y discutían la mejor opción. En este tiempo yo iba discretamente a acunarte en mis brazos. Eras tan chiquita pero con una mirada muy lista, justo como ahora, ese brillo especial. En el laboratorio había un medidor de ondas gamma. Capta todo en un radio de 5 kilómetros. Álvaro, un hombre que trabajaba con este aparato, alertó al jefe de una actividad en esos días. Tengo que admitir que nos costó identificar que la fuente fueras tú. Después de eso, te hicieron muchas pruebas. Querían dejarte viviendo allá. Yo no podía permitirlo. Solicité que me dejaran traerte conmigo. Así, tendría yo una hija, y ellos te vigilarían de cerca. 

El inconveniente de este plan era que en cualquier momento ellos te reclamarían para sí. Es por eso que durante estos 12 años seguí trabando para ellos. Cuidadosamente me colaba todos los meses en una bodega ubicada en uno de los cuartos del edificio y sacaba a escondidas explosivos que almacenaban en ese lugar. 

Nadie se dio cuenta pues mi código de identificación aplicaba para todo el edificio. Y sacaba mínimas cantidades de explosivos. Los fui distribuyendo en todo el edificio y.. – Pulsó un botón que sacó de su pantalón – con este detonador, ya no quedaría nadie que pudiera hacerte daño. Esto lo hace un padre preocupado por su hija. – Miró su reloj – Ya son las 12 Melanie, ¡felíz cumpleaños hija!

- No puedo creer todo lo que has hecho por mí. Sabía siempre que me querías, pero a pesar de todo, a pesar de mí, no sabía cuánto. Siempre serás mi papá. ¡Te quiero!

- vámonos a casa hija. – Agarró su mano y se levantaron para ir directo a casa - ¿sabes?, podrás tener muchos poderes, capacidades, habilidades. Podrás levantar al mundo. Pero no hay mayor poder en el mundo, que el verte crecer a mi lado... mi pequeña niña poderosa.

Fin

Poderosa a los 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora