XVII (PARTE I)

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Sei oía el sonido de su respiración acompasada.

En esos instantes era lo único que existía para ella, lo único en lo cual estaba concentrada. El mundo algo caótico en el que vivía sólo se acomodaba cuando entrenaba su cuerpo: el dolor de sus músculos tensos y fatigados después de correr kilómetros, su cuerpo sudado y acalorado, sus pulmones inhalando y exhalando con mayor necesidad... En esas cortas horas lo único por lo cual debía preocuparse era sí misma, manejar su sistema, controlar su mente para aguantar siempre un poco más. Siempre hacia adelante, nunca hacia atrás. Su aliento agitado era como una canción de cuna.

Lo único que le molestaba era tener que escabullirse luego para que nadie la viera entrar a la casa en esas condiciones. Porque una mujer no aparecía sudada, despeinada con una coleta desprolija y usando ropa deportiva frente a todos.

Una mujer era una delicada criatura, fina y elegante.

-Joder con eso.- Maldijo cuando se frenó y le dio una fuerte patada al arbusto más cercano.

Chasqueó la lengua, enojada consigo misma por dejarse afectar por semejantes tonterías, mas todo un pasado complejo la acechaba y no podía darse el lujo con ciertas cosas. Las cavilaciones la carcomían, pero sus ojos enfocaron algo mucho más interesante: sobre la acera del parque por el cual había estado corriendo, más adelante sobre un banco solitario, estaba sentando Oh Sehun. Caminó hacia él y a medida que fue acercándose notó su mirada perdida en el cielo. Se veía anhelante.

-Cien wons por tus pensamientos.

Él parpadeó y la enfocó con confusión, no cuestionó por su presencia sino por otra cosa.

-¿Pagarías eso?

-Pagaría más. Oh Sehun pensando es algo que no se ve todos los días.

Resopló. -No pensaba en nada.

Ella se sentó a su lado. -Eso es más realista, aunque no lo parecía. Te veías tan dramático hace un rato, como en una telenovela.

Sehun la encaró con el ceño fruncido. -¿Vienes sólo para molestarme? ¿Qué haces aquí?

-Estaba entrenando.- Estiró sus largas piernas. -Tengo que mejorar mi rendimiento en el equipo para arrebatarle el mando a la estúpida de Kyu Hee.

-No sé de qué hablas ni me importa.

-Tienes razón, mejor hablemos de otras cosas, cosas interesantes, como el hecho de que Luhan te haya derrotado tan fácil la última vez en el salón.

Sehun puso los ojos en blanco. -Nunca quise pelear con él, fue una tontería.

Por primera vez no se defendió como un niño pequeño alegando haber sido una contienda injusta, y por primera vez Sei Ah le creyó sin dudas.

-Lo extraño es que a pesar de toda la reputación que te precede hayas caído sin siquiera asestarle un puñetazo.- Lo miraba fijamente, atenta a cualquier tipo de reacción por su parte. -¿Estabas haciéndolo adrede?

Sehun también la miró a los ojos, advirtiéndole con sólo eso que no deseaba continuar con el rumbo de esa conversación.

-El tipo sabe Kung-fu o algo así, podría con cualquiera.

-¿Sabes qué más es raro?- Prosiguió sin tregua. -Oí que a los chicos que amenazaron a Minseok y a Jongdae los expulsaron sin lugar a réplica y sin embargo a ti, después de todos los problemas que has causado y sigues causando, ni siquiera te suspenden.

Se sostuvieron la mirada sin titubeo, un silencio tenso extendiéndose sobre ellos lentamente. Sei Ah no pensaba retroceder, ya no creía en las supuestas amenazas de Sehun, y mientras tanto una parte de este flaqueó, volviéndolo incómodo.

La octava nube (ChenMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora