XLIV. Amar.

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El pasar de los días tan solo habían sido tortuosos para Woohyun.  Ni siquiera podía hablar apropiadamente con SungKyu por teléfono.  Los mensajes que le enviaba eran cortos y carentes de afecto.  Él simple y sencillamente empezaba sentirse miserable.

Pero agradecía que el mayor no cuestionara su actitud.

Esa mañana su madre llegó a la oficina junto a JiAe quien al verlo quedó un poco extrañada por su aspecto.

Él solo le sonrió a la menor. Sin embargo, fue lo suficientemente falso para alarmar a la pequeña. 

Algo estaba muy mal.

-Madre. -y lo confirmó cuando su hermano se tensó ante el llamado de Chorong a su progenitora. 

La manera en que ella se tomaba la libertad de poner sus manos alrededor de su hermano. De sonreír y mirar. JiAe podría ser una adolescente pero se daba cuenta fácilmente de las cosas.

Y al parecer su madre también. 

Aunque la mayor estaba verdaderamente complacida por cómo ellos se veían juntos.

-Este fin de semana haremos una reunión por el cumpleaños de Ji Ae, espero que puedas asistir con tus padres, Chorong.

La mencionada asintió tan feliz, prometiendole a Ji Ae comprar un regalo especial para ella. Pero aquella sonrisa se tornó tan incomoda  cuando la señora Nam le pidió a Woohyun llevar a SungKyu.

-Asegúrate de llevarlo, hermano. -dijo la menor, enfatizando su deseo lo más inocente posible. Pues, el rostro de la pelinegra se volvió tan gracioso a sus ojos.

-Yo...está bien. -woohyun aceptó.  Lucía cansado. Su madre le dedicó una rápida y reconfortante sonrisa antes de despedirse.

Su hermana lo abrazó,  y miró furtivamente a Chorong  por encima del hombro de su hermano.

La pelinegra soltó una sonrisa incómoda. 

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Cuando escucho la voz de SungKyu en la línea, pensó en colgar, pero escuchar su nombre una y otra vez con esa tono tan suave que el mayor poseía le hizo recuperar sus sentidos.

-Quiero verte. -fue lo que le dijo, y de verdad necesitaba hacerlo.

Quería abrazarlo y besarlo hasta grabar eternamente el sabor de sus labios. Envolverse en el agradable aroma que desprendía aquel cuerpo.

Deseaba desesperadamente hacerlo suyo otra vez.

-Woohyun...también quiero verte.

Nam no se percato lo que esas palabras significaban verdaderamente.  En su deseo por estar con él, le dijo que iría a su departamento. 

SungKyu no se negó. 

Y en menos de lo esperado, woohyun conducía hacía allá. 

Cuando la puerta se abrió,  besó a SungKyu de una manera tan intensa, gimiendo ante la necesidad de poseerlo como la ultima vez. Pero se separó. Sus agitadas respiraciones siendo el único ruido en ese ajustado espacio.

Woohyun acunó ese rostro sonrojado, y esta vez, besó esos finos labios suave y delicadamente. Acariciando cada pulgada de esas mejillas y de esa piel aterciopelada.  Sintiendo como su interior volvía a estar en paz.

SungKyu no entendía lo que pasaba, pero al sentir la tranquilidad en aquel contacto dejó de tomarle importancia y tan solo se concentro en hacer ligeros movimientos sobre los costados de Woohyun.

-Lamento venir a esta hora.

-No hay problema.

Parecía que la incomodidad iba a matarlos en cualquier momento y esto a Woohyun lo aterraba. Llamó la atención de SungKyu y lo hizo ponerse de pie para atraerlo a su regazo.

-¿Myungsoo?

-No vendrá esta noche. Mam...la señora Cho le ofreció ir de viaje a Busan por unos días.

-Está bien si la llamas de esa manera, amor. Sé lo difícil que es para ti. -woohyun acarició la espalda del mayor con tanta suavidad que Sungkyu suspiró- Siento que me he alejado mucho de ti. ¿Qué ha sucedido últimamente? 

SungKyu luchó contra la necesidad de confesar todo, y sabía que tendría que decirle pronto la verdad a Nam, pero esa noche prefirió disfrutar de aquel hombre.

-Nada importante.  -le respondió y abrazó a Woohyun.

El menor siguió con aquellas caricias, besando la mejilla y parte del cuello del castaño hasta que los suspiros se volvieron leves gemidos y el calor de sus cuerpos los envolvió.

Woohyun vio en aquellos preciosos ojos tan intenso brillo que sintió su corazón hacerse añicos. 

《Prometí no hacerte daño》

-¿Q-Qué sucede? -woohyun no respondió. 

Tan solo acercó sus labios a la frente del castaño y deposito un casto beso. Lentamente creó un camino hasta sus labios y mordió levemente sintiendo como sungkyu envolvía sus brazos alrededor de su cuello. 

Ante un tímido movimiento de sus caderas, el roce de sus miembros fue lo suficiente para que el deseo los consumiera. Woohyun no pidió permiso para entrar en su boca, sus lenguas perfectamente se enredaron. Absorbiendo y probando su sabor. Jugando y necesitándose como si fuese algo vital en su vida.

Las imágenes de Chorong quisieron joder el momento, pero SungKyu fue lo suficiente para empujar todo a un lado y tan solo concentrarse en aquel frágil cuerpo.

Woohyun sumergió sus manos dentro de la camisa en aquella tibia piel enviando corrientes eléctricas por todo su cuerpo. SungKyu gimió en sus labios. Él sonrió.  Claro que disfrutaba de eso.  Lo excitaba tanto que sentía sofocarse con las sensaciones recorriendo cada parte de su ser.

Pero quería estar seguro de que SungKyu lo quería. 

Solo fue un breve momento en que sus miradas se encontraron y entonces SungKyu levantó su camisa exponiendo esa blanquecina piel adornada por la tenue luz de la sala.

Con el pecho rebosante de alegría y miedo dijo:

-Soy alguien con muchas inseguridades, aunque no parezca. Pero quiero esto, lo deseo. Te deseo tanto, woohyun.  Y estoy plenamente seguro de mi mismo ahora que si me rechazas voy golpearte.

Woohyun no recuerda haberse reído con tantas ganas nunca antes. Pero a SungKyu no le molestó en lo absoluto, porque escucharlo le daba alegría y tranquilidad.

Y era lo que necesitaba ahora. También demostrar que lo amaba y lo amará sin importar lo que pase en sus vidas cuando llegue el momento de irse.

-Hyung...-SungKyu reaccionó ante el llamado  de su menor- Lo sabes ¿no? -sus manos buscaron el calor de las suyas- Te amo.

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¿Has amado a alguien alguna vez? Si le hubieran preguntado esto en el pasado, probablemente estaría riéndose de lo ridículos y estúpidos que eran las personas cuando se enamoraban de alguien. Ahora, una sonrisa y una mirada anhelada era su respuesta; Ahora los entendía.  Sabía lo maravilloso que es amar, y también cuán doloroso pueden llegar a ser las despedidas.

Esa noche,  sin saberlo a ciencia cierta, dijeron 'adiós'.



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