Parte LVI

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Myungsoo esperaba por Sungkyu fuera de la habitación en donde estaba el presidente Cho. Él realmente odiaba estar en un hospital, sin embargo, cuando recibió la noticia de su madre debió acudir a ella y ayudar en lo que pudo.
Pero se sentía usado.
Al fin y al cabo, su madre se sentía protegida con Sungkyu. Aunque éste continuando culpandola del estado en el que Cho se encontraba.
No fue ajeno a la discusión que tuvieron, y poco le importó la llegada de Jonghyun al lugar.
Se puso de pie y él secretario personal del presidente le dio el pase a la habitación. Al verlo, su expresión no cambio; seguía siendo  carente de sentimientos como en el pasado.
Las máquinas que controlaban al presidente resonaban a un lado de él.
Myungsoo lo miró fijamente acercando su mano.
Lentamente..
Sólo un poco más.

-¿Qué haces aquí? -escuchó detrás de él.

Sin inmutarse respondió:

-Es increíble ¿cierto? -sintiendo la presencia de su hermano acercándose- El que esté pasando en estos momentos.

-No sé a qué te refieres.

Myungsoo sonrió con sorna.

-Solo digo que, es increíble.

Entre el silencio inquietante y las interrogantes que se formaban en la cabeza de Kim SungKyu, el menor aprovechó el momento para preguntar:

-¿Qué pasará con nosotros a partir de ahora?

SungKyu lo miró un poco decepcionado. Desde luego, a myungsoo sólo le importaba una cosa.

-Jonghyun tomará el mando de la empresa temporalmente.

Aquella noticia, desconcertó en demasía al menor.

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Cuarenta y ocho horas después de la hospitalización del presidente. Fue convocada una reunión entre los inversionistas y personal de la empresa para la votación.

Jonghyun había tomado cartas sobre el asunto, consiente de su falta de experiencia. Desde que supo lo que pasó con su padre había tomado la decisión de interceder en todo lo que respecta a sus bienes.

Sabía que no sería fácil que sea una decisión unánime su cargo temporal en la empresa, pero era el hijo legítimo del presidente, y esto era ya unos puntos extra contra Sungkyu.

- La votación está a punto de comenzar.

Momentos de tensión se vivieron en ese corto lapso de tiempo que tomó contabilizar, sólo para que el resultado sea el ya esperado por la mayoría.

-¡Esto no puede ser posible! Por decreto y legalidad yo debo ser el sucesor del presidente ¡No él! ¡No Kim Sungkyu!

Woohyun observaba la situación ajenamente. Y aunque considerara injusto la  decisión  no era un secreto ni para él, ni para los demás inversionistas que Jonghyun carecía de cualidades y aptitudes para manejar todo un conglomerado. Pudo notar un brillo distinto en la mirada de Sungkyu, algo jamás antes visto. Aquella fuerza y determinación. Un aire de superioridad que le asentaba bien.

Entonces comprendió que con el pasar del tiempo, mientras él se perdía del mundo creyendo que Sungkyu se había alejado de él por el daño provocado, no era cierto. Sungkyu lo iba a abandonar aún si no hubiese pasado aquel día.

Se vio observandolo por mucho tiempo, cuando a su lado; Kim Kibum lo miraba seriamente. 

-Lo siento. -murmuro, Kibum suspiró poniéndose de pie.

-Sabia que esto pasaría tarde o temprano. Como sea, sólo espero que no seas demasiado tonto como para dejar la vida maravillosa que llevas ahora, por el pasado de mierda que tuviste con él.

Woohyun quiso refutar lo dicho, pero Sungkyu lo estaba observando. El abogado no ha sido nada discreto en demostrar su molestia ante la presencia del mayor. Siguió a su mejor amigo fuera de la sala de conferencias. 

Antes de tomar el ascensor se detuvo al escuchar la voz de Jonghyun hablando por teléfono.

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-¿Otra vez por aquí? -myungsoo sonrió y sin decir nada consiguió un lugar vacío en aquella pequeña cafetería- Lo siento pero no tengo tiempo para discutir de nuevo, ¿puedes irte?

-Esa no es manera de tratar a tus clientes.

-Te trato como de la gana, Kim. Soy el dueño de este lugar.

Sungyeol ya debería conocer lo terco e impulsivo que Myungsoo puede ser. Y lo recordó en el momento en el que el azabache alzó la voz llamando la atención de los comensales, haciendo quedar mal en cierto aspecto al dueño de la cafetería.

El alto, muerto de la vergüenza, le pidió que se callara.

Myungsoo con una sonrisa satisfecha volvió a tomar asiento y revisó el menú.

-No he probado el tiramisú. -observo brevemente el rostro de Sungyeol- Quiero uno.

Mientras tomaba de vuelta la carta del menú y anotaba la orden del azabache, Sungyeol volvió a la cocina destruyendo un par de cosas inseverbibles que encontró en su camino.

-De acuerdo, tranquilo. Hey, estás en mi cocina vaquero. Más te vale no destruir nada más porque no respondo. -Bora, una de sus empleadas y socia, le apunto con una espátula.

-No entiendo por qué me pasa esto a mí.

-Deberías decirle que se largue.

-¿Sabes la cantidad de veces que lo he hecho? -inquirió sungyeol sintiéndose desesperado- Pero tú no conoces a Kim Myungsoo. Él hace lo que quiere. Siempre ha sido de esa manera

Bora  se paró frente a él con una mirada inquisitiva notando aquellos grandes ojos del alto transmitir cierta nostalgia. Ella comentó:

-Como Jaejoong ¿cierto?

Sungyeol le devolvió la mirada.

-Un tiramisú para el idiota de la mesa tres. Iré a mi oficina. -le ordenó, dejando a la mujer con mucha curiosidad.

Conocía a Bora hace un buen tiempo; siempre fue una buena amiga y el mejor apoyo cuando la madre de Sungyeol hace ya un par de años. Ella conocía la mayor parte de su historia, recientemente la que incluía a Kim Myungsoo la cual no pudo ocultar cuando el azabache se había asegurado de seguirlo a todos lados, y por supuesto también sabía de su actual relación con Kim  Jaejoong.

Cerró la puerta de su pequeña oficina y se dirigió a su asiento en donde reposó por un momento antes de que el teléfono sonará. Sabia de quien se trataba y con una sonrisa respondió, observando la fotografía que tenía en su escritorio.

-Hola amor...

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Cada segundo transcurrido fijaba el término de esta historia. En donde pronto se marcaría el final del dolor.

ERASEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora