CAPÍTULO 15

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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR

- Oh, Sam, tengo buenas noticias...

-¿El qué?

-¿Recuerdas a Kelli?

-Obvio.

-¿Y recuerdas lo que te dije sobre el amor a primera vista?

-Sí.

-Bueno, pues las dos nos "enamoramos a primera vista".

-¿Eso qué significa?

-Que me la llevé a la cama...

CAPÍTULO 15

-¡¿En serio?!- Pregunté emocionada.

-¡Sí!

-¡Ayyy, mis "Keni" feels! ¡Necesito celebrar esto! ¡Nos vemos después Toni!- Salí corriendo de la casa de Toni saltando de emoción porque "Keni" era real.

Como estaba feliz, puse la canción feliz: TheFatRat-Xenogenesis.

Corría feliz de la vida hacia un supermercado para comprar alitas de pollo para celebrarlo, mientras la canción sonaba a todo volumen por la calle.

Llevaba unos cinco minutos corriendo y aún me quedaban unas seis calles.

Me cansé de correr y llamé a un taxi.

Luego de unos minutos llegó el taxi.

-Hola, buenas, ¿a dónde quiere ir?- Me preguntó amablemente el taxista.

-Al Mercadona de aquí, ¿sabe de cuál hablo?

-¿El que está unas calles por allí?- Señaló a la izquierda.

-Sí.

-Vale-. El taxista no dijo nada más y empezó a conducir.

De pronto se me ocurrió una broma súper graciosa.

-Sabe, hace dos años que me suicidé en aquél puente-. Señalé al puente que estaba a la derecha.

-Ah...- Noté como el taxista se palideció y tragó en seco.

Juas Juas Juas, que Pendejo por creer que es verdad.

Al llegar al supermercado me bajé y el conductor no me dijo nada sobre el dinero, creo que se asustó por la broma.

Entré a la tienda y agarré el paquete de alitas de pollo.

De paso también me compré Nutella, una bolsa de Doritos, una botella de Coca-cola y un paquete de galletas Oreo.

Caminé hacia el cajero y sin querer me choqué contra algo.

Le pedí perdón y al girarme para ver con qué me choqué, me di cuenta de que era un carrito de la compra.

Miré a mi alrededor y nadie se dio cuenta de lo que acababa de pasar.

Seguí caminando pero como no estaba atenta, una anciana me atropelló con su carrito de compras y me caí al suelo.

Por suerte no le pasó nada al tarro de Nutella, pero la anciana no me pidió ni perdón, de hecho, ni me miró.

-Oiga, señora, ¡que me acaba de atropellar!- Le  reproché a la anciana.

-¡Que te calles, niña!

-¡Mire señora, no me hable así!- La anciana me miró mal y me volvió a atropellar, pero por suerte no me caí.

TuSecreto no tan secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora