La llegada

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El vuelo privado en el que viajaba aterrizó con otros cuatro pasajeros. Su novia, la actriz y modelo Alice Taylor, su inseparable manager Matthew Clark y su buen amigo James junto con su novia Emily. Como casi todos los deportistas de su edad que se convierten en estrellas, también disfrutaba de un contrato que le proporcionaba unos beneficios más que generosos, con los que se podía permitir un buen puñado de lujos. Tenía cierta afición por los coches caros, especialmente los deportivos, pero le gustaba distinguirse del resto de sus colegas de profesión. No por decidirse por modelos radicales de última hornada adornados con decoraciones o pinturas extravagantes, más bien se distinguía por su buen gusto por el arte de las cuatro ruedas. La mayoría de los futbolistas acostumbraban a ir como moscas a la miel buscando los últimos modelos, los más caros y potentes con la única intención de ser vistos, muy a menudo esos mismos coches acababan antes de cinco años en el mercado de segunda mano. Andy, por contra, era un auténtico apasionado y tenía un garaje cerca de Londres con algunas de las joyas mecánicas más preciadas, especialmente automóviles británicos y alemanes de los años cincuenta y sesenta, coches con un alto pedigrí deportivo que de vez en cuando sacaba a relucir en eventos de prestigio. Ahora tenía previsto trasladarse a otra ciudad. Aunque no pensaba vender todo ese patrimonio, su idea iba en la dirección de buscar un nuevo automóvil, que sirviera por igual para aumentar su colección y que al mismo tiempo le permitiera moverse habitualmente pero con estilo.

Por una parte, el motivo principal del viaje era reunirse con los directivos del club y acabar de concretar los últimos detalles del contrato, aunque naturalmente, de momento no debía saberlo nadie porque el fichaje no se haría oficial hasta dentro de un par de meses, cuando ya hubiera terminado la temporada. Y por otra parte tenia la intención de aprovechar para visitar la tienda de la tía de Emily, la pareja de su buen amigo, para encargarles que le buscaran un deportivo representante del buen diseño italiano, un automóvil clásico e intemporal que marcase la diferencia ante sus futuros compañeros de equipo.

Pero si la llegada de Andy al aeropuerto del Prat despertó mucha pasión entre los aficionados, no menor fue la que despertó su novia entre la prensa rosa, puesto que Alice Taylor a parte del atractivo que le daba su metro setenta, su figura perfecta y la abundante melena rubia ligeramente rizada, en su país era muy conocida por ser una modelo que estaba en su mejor momento profesional. Además, también era protagonista en una popular serie de TV británica. De ella se rumoreaba que estaba a punto de dar el salto a la gran pantalla, posiblemente de la mano de una gran productora norteamericana que según algunas voces autorizadas era para protagonizar una cinta de espías. De momento nadie sabía nada a ciencia cierta, en realidad siempre que le preguntaban sobre ese tema ella respondía lo mismo:

—Lo siento —decía agitando su mano derecha en clara señal de negación mientras con la otra se abría paso—, no puedo decir nada sobre ese tema, disculpen.

Con esa frase, en cierto modo lo que parecía que quería decir era: «Si, es cierto que voy a hacer esa película, pero os voy a dejar con la incertidumbre un tiempo». Sólo ella lo sabía a ciencia cierta.

Por el contrario, la presencia de la pareja que acompañaba a Andy y Alice pasó mucho más inadvertida, nadie se fijó en ellos. Aunque James se dedicaba a la profesión de broker en una de las bolsas más prestigiosas e influyentes de Europa, su actividad no lo llevaba hasta las portadas de las revistas y periódicos más leídos, por lo que nadie le conocía. Por decirlo de alguna forma, su actividad profesional así como su persona eran absolutamente desconocidas por el gran público, aún siendo consejero de uno de los futbolistas más importantes para llevarle sus inversiones en bolsa y mantener su dinero productivo. Pero para ellos el viaje a la Ciudad Condal tenía un componente más familiar, especialmente para Emily, que venía para visitar a su tía Louise y su prima Cecilia, a quienes no veía desde hacía tiempo.

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