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Cerré el casillero y me volteé a verla, estaba tan emocionada por lo que haríamos en la tarde, tanto que me pareció tierno.

—Te explico las reglas —dijo ella y comenzó a enumerar con sus dedos—. Primera regla; no jueges solo, en nuestro caso seremos Jungkook, Minzy, tú y yo —sonrió—. Segunda regla; no debes estar enfermo o muy delgado, eso hará más fácil a una posesión —frunció su ceño—. ¡Oh, no!, pero tú eres un palo, lo siento amigo, no podrás jugar.

Rodeé los ojos.

—No te hagas la tonta —le golpeé el brazo—. Sigue.

Ella rió.

—Tercera regla; si es que llegamos a contactar con algún espíritu, no dejes que él lleve el puntero hacia los extremos del tablero —la miré confundido—. Eso puede hacer que el espíritu nos posea. Y última regla; nunca sueltes el puntero por nada del mundo.

Bufé—. Qué absurdo —dije.

—Es enserio, Min Yoongi —dijo ella.

—Escucha, niña —dejé de caminar y me agaché a su altura—. Son solo unos putos espíritus, cosas inventadas. Son solo cuentitos que se inventa la gente para asustar. No puedo creer que caigas en eso tan fácil.

—M-mi primo lo jugó —dijo—. Y me contó cada detalle. Desde cuando el espíritu movió el puntero, hasta cuando cerró sesión —dijo con esa mirada tan tierna que no pude evitar apretar uno de sus cachetitos. Ella solo se quejó.

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—¿Ya viste lo que le pasó a Jiha? La de  cuarto C.

—Sí, dicen que ella jugó al juego de la botella, y que eso la dejó media extraña, y una semana después se tiró del cuarto piso de su edificio.

—Qué raro, ¿por qué habrá sido?

—Duh, fantasmas idiota, ellos lo hicieron, la manipularon.

Estaba escuchando su conversación en lo que esperaba que sonará el timbre del receso. Sigo sin creer en eso de los fantasmitas, tal vez la chica esa estaba loca, o quería llamar la atención, ¿quién sabe? Pero los fantasmitas no pueden manipular las cosas a su antojo porque ni siquiera existen.

El timbré sonó y salí de la clase, me dirigí hacia la cafetería y me senté en una de las mesas más alejadas esperando a Jungkook.

Habrán pasado unos tres minutos y ya me quería ir, no tenía mucha paciencia, y si él no iba a venir no tenía tiempo que perder.

De repente escuché un ruido por mi costado derecho, volteé y no había nada, aparte del silencio. Dejé de prestarle atención y dediqué a jugar juegos en mi celular, pero ese sonido volvió a sonar. Esta vez decidí levantarme, pero antes de que pudiera hacerlo algo, mejor dicho alguien, me asustó.

—¡Jungkook, la puta madre que te parió! —dije llevándome una mano al corazón

Él solo se carcajeaba, tanto que se tuvo que sostener en la mesa.

Little Game » 민윤기Donde viven las historias. Descúbrelo ahora