Epílogo

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La cruel soledad le ha tocado a un perro de lacios cabellos castaños. No recuerda la última vez que estuvo cómodo en un hogar, la última vez que fue abrazado, o tan siquiera querido. Se remueve en su sitio para sacudirse los cabellos mojados, aunque ello es inútil bajo la lluvia que cae, camina a paso más veloz entre las personas, mirando de vez en cuando a los pequeños niños que hacen intentos por darle cariño antes de ser halados por sus padres para que ''no toquen a un perro sucio''. Un niño cubierto por un impermeable se acerca con una sonrisa, él se sienta y comienza a mover la cola alegre a punto de ser mimado en tanto tiempo.


  — ¡Qué bonito eres! — Grita el pequeño, haciendo al can sacar su lengua y jadear, su felicidad ha aumentado. Apenas el niño toca la cabeza del perro, este cierra sus ojos y se deja mimar. —  ¿Estás solito? No eres muy grande, no eres un adulto, ¿Eres un bebé? — Pregunta el pequeño antes de intentar levantarlo entre sus brazos, pero pronto todo se repite. 


Ambos padres gritan al pequeño que se aleje de él, tan fuerte que incluso hacen llorar tanto a este como al cachorro. Lo llevan de la mano lejos, ambos se despiden, el niño con su mano agitada de un lado a otro y el golden con una mirada triste. Decide seguir con su camino de soledad, avanza aún entre mucha gente hasta llegar hasta el pequeño techo de una tienda recién cerrada, logrando allí cubrirse apenas de la lluvia. Tiembla un poco por el frío, se echa al suelo y pronto cierra sus ojos intentando dormir un poco. Al despertar horas después la calle en la que se encuentra está solitaria.


Tiene hambre, su pelaje húmedo hace efecto con las bajas temperaturas, dando frío al pequeño cachorro. Corre lejos de allí en busca de algún puesto de comida que se apiade, olfatea sonoro cuando su nariz capta un delicioso olor a la comida rápida. Al llegar allí, sólo recibe una ignorada por parte de cada persona a la que se le queda mirando, exceptuando a una chica quien después de verle por un rato con ternura, le lanza un trozo considerado de carne. Mueve su cola feliz, devorando y disfrutando el rico sabor de aquel alimento hasta acabarlo, lamiendo su boca luego de ello. 


  —  ¡Sana, vamos! — Grita alguien más, llamando la atención de la bondadosa chica.

—  Ya voy. — Se gira a ver de nuevo a cachorro. — Adiós, precioso. Espero volverte a ver. 


El cachorro da algunos pasos queriendo seguirla, pero pronto esta niega con su cabeza y le hace señas con las manos de que se vaya, él sólo obedece, e inclina un poco su cabeza para luego irse del lugar. 




En unas bancas varios adolescentes están sentados en una banca, algunos fuman, beben y otros comen chatarras de buen olor. El can se acerca a ellos con cuidado, meneando su cola en son de paz para que estos le reciban. Se sienta a un costado del pie de uno de ellos, mirando hacia arriba para fijarse en el aspecto y demás de lo que este come.


—  Mira a ese perro. — Dice uno de ellos.

—  Está sucio.. — Otro pone cara de asco. —  Es muy pequeño para andar en la calle. 

—  Debe tener hambre, Tae.

— No le vas a dar de mis lays o voy a golpearte, Tao.

—  No seas egoísta, es un cachorro, debe tener mucha hambre. — Del envase saca un par de papas lays naturales, dejando estas caer no muy lejos. El cachorro pronto reacciona, buscando tomar entre sus pequeñas fauces la golosina.  

Cosas de perros. (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora