C a t o r c e

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Apoyo mis manos en el lavado mientras Federico baja mis jeans junto con mis bragas, separó las piernas cuando el comienza a meter sus dedos en mi sexo. Un gemido se escapa de sus labios.

—Estas tan mojada, me encanta. — dice mientras besa mi cuello.

—necesitamos salir de aquí, no me tortures más.

Federico me penetra con fuerza, mientras yo jadeo con deseo.

—Esto será corto, pero prometo que cuando estés devuelta en casa será increíble.

—No lo dudo. — digo mientras me muevo frenéticamente.

Agarra mis caderas con sus manos, mientras va dejando pequeños besos por mi espalda. Con una fuerte estocada Federico y yo llegamos al clímax juntos.

—Fue maravilloso. — dice mientras comienza a salir de mí.

La manilla de la puerta comienza a moverse, mientras golpes de sienten en ella.

—Hay alguien ahí. — dice una mujer.

Nos vestimos rápidamente mientras intentó hacer que Federico se meta en un cubículo.

—Escóndete, o irá a buscar al Guardia y será peor.

Me miro en el espejo y ordenó mi cabello. Una vez que abro la puerta una mujer joven ingresa

— ¿Por qué tenías cerrado? Acaso no sabes que más personas quieren usar el baño.

—Lo siento no me di cuenta. — ella me ignora y saca un lápiz labial de su cartera.

Estúpida, ni siquiera quería ocupar el baño, me lavo las mano mientras intentó hacer tiempo. Amarró mi cabello en una cola alta y mojo mi cara.

—Sé que hay alguien más aquí, huele a sexo. O eres lesbiana o tienes a un hombre escondido en el baño.

Mis ojos se abren en sorpresa y niego con la cabeza.

— por la maleta que está ahí, deduzco que es un hombre.

—No sé de qué habla. — digo mientras agarró la maleta y abro la puerta.

—Será mejor que salgas del baño ahora querido, o iré hasta donde el Guardia y le diré los que estaban haciendo aquí.

Federico no se mueve y yo sonrió.

—Te dije que no había nadie, y si me disculpas mi novio me espera afuera.

Dos minutos después la puerta del baño es abierta y la mujer sale hablando por teléfono. Estoy a punto de entrar cuando Federico abre la puerta y sale.

—Eso estuvo cerca. — dice mientras me besa. — creo que debes ir a casa, mi vuelo saldrá en menos de una hora.

—Este bien, nos veremos en unos días.

—Te quiero. — dice mientras me abraza.

Mi corazón comienza a latir con fuerza.

— nos vemos en tres días. — digo besándolo.

Me despido de Federico, y comienzo a caminar hacia la salida. Miro atrás una vez y lo veo sonreír.

*********************

Al llegar a casa mi madre me está esperando en la cocina. Hablamos de lo sucedido el día anterior y me pregunta cómo están las cosas con Federico. Le cuento que todo está bien, y que decidí quedarme unos días aquí para darle un cierre a mi antigua vida y así poder continuar.

El resto de la tarde la pasó durmiendo y reponiendo energías. Despierto al otro día a las doce del día me doy un baño y bajo a buscar a mis padres.

— ¿Papá, mamá? — digo mientras entro en la cocina.

Sobre la mesa hay una nota.

PRECIOSAS FUIMOS AL MERCADO VOLVEMOS LUEGO.

TE AMAMOS.

Gracias, padres por despertarme.

Ya que mis padres no están en casa decido hacer lo que me he negado desde hace años, ir al cementerio.

Al llegar noto que todo está igual que la última vez que estuve aquí. Camino hacia la tumba de Emilio con un ramo de rosas blancas en mis manos.

Al parecer alguien lo visitó un poco antes, hay unos globos y unas margaritas junto a su tumba. Mirando mi teléfono me doy cuenta que hoy sería su cumpleaños, nunca me olvidó. Hoy me siento peor que nunca, todo lo que está pasando a mi alrededor me tiene vuelta loca, tanto, así como para olvidar una fecha tan importante.

Dejo las rosas en un jarrón con agua y comienzo hablar de todo lo que ha pasado desde la última vez que estuve aquí. Le cuento que encontré su carta, y le doy las gracias por las hermosas palabras que puso en ella. Llegaron justo a mi alma destrozada.

Paso la tarde en el cementerio, riendo y llorando, recordando los buenos momentos que tuvimos juntos y esos fueron demasiados.

Cuando miro la hora son las 6 de la tarde y decido ir a casa, antes de marcharme miro al cielo y le doy las gracias una vez más.

—Gracias Emilio, te amo y siempre lo haré.

Devuelta en el auto decido ir a visitar a los padres de Emilio. Al llegar a su casa veo un montón de autos y gente en ella. Al parecer tienen una reunión familiar.

Bajo del auto y todos comienzan a darme abrazos.

—Hola Lili. — dice Marta la prima de Emilio.

—Hola Liliana. — uno por uno me saluda. Creo que sólo en la entrada unas veinte personas me abrazaron.

Entro en la casa buscando a América.

— ¿Liliana? ¿Preciosa que haces aquí? — dice mi padre mientras llega a mi lado. — se suponía que debías llegar en una hora con tu madre.

— ¿Qué? — pregunto confundida.

—Esa vieja olvidadiza. — dice mientras entra en la cocina.

—Liliana que bueno que estés aquí. — dice América mientras me abraza. — mi niña no sabes cómo te extrañamos.

—bueno ya estás aquí, así que no es necesario tanto alboroto. — dice Emiliano. — con tus padres te estábamos haciendo una fiesta sorpresa, pero creo que los sorprendidos fuimos nosotros.

—gracias, no debieron molestarse.

—de eso nada, eres como nuestra hija.

Emiliano y América son los padres de Emilio juntos tuvieron tres hijos. Daniel, Sofía y Emilio. Cuando Emilio murió todos quedamos devastados.

—Fui al cementerio. — digo de repente.

— ¿Sí? — dice nerviosa América. — hoy quise quedarme en casa, iré mañana.

—tenías muchos globos y flores, pensé que ustedes habían ido.

—No, no quizá fue un amigo.

Todos a mi alrededor parecían nerviosos, No es muy difícil darse cuenta que algo estaban ocultando.

— ¿Pasa algo? — parecen un poco nerviosos.

—nada, querida, nada.

La puerta de la cocina es abierta y entra una muy furiosa Ignacia.

—así que por fin volviste, tanto decías amar a Emilio y mira, nunca volviste a visitar su tumba.

— Ignacia por favor. — dice Emiliano

—Nunca lo amaste como yo. — dice enojada. — él era mucho para ti.

—No sé de qué estás hablando Ignacia, por favor explícame.

—cállate, Ignacia, no digas nada más. — dice América llorando. — no le arruines a ella el recuerdo de Emilio.

—Emilio nunca debió dejarme a mí, era yo quien esperaba un hijo de él. ¿Y qué hizo? prefirió dejarme sola por correr a tus brazos y ¿en que terminó? Muerto, así terminó.

Feliz lectura ☺
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Me acosté con mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora