Mi mente se retorcía así como las sabanas que removía cruelmente con mis blancos y pequeños dedos. Ni siquiera tenía la voluntad de agarrar mi lápiz y garabatear como hacía de costumbre. Sin fuerzas en pensar como debería expresarme o los adjetivos que podría utilizar para describir aquellas extrañas sensaciones que brotaban en mi pecho al recordar por un segundo las manos de Lance caer en mi, y en su rostro pronunciando esas confusas palabras. Aún era temprano como para hacer que mi cabeza trabajara tanto, llegaba la mañana y en el cielo se construían diferentes colores rojizos y amarillentos, por alguna razón, me recordaba a la voz de Lance, siendo tan pálida pero capaz de deslumbrarte al instante. Entonces mi teléfono sonó de nuevo, y en la pantalla se veía un desesperado moreno al no ser la primera vez que intentaba comunicarse conmigo, concreta mente unas diez veces en los tres días que no tuve el valor de pisar la consulta, y me reí un poco al pensar en él como un acosador. Pero no podía contestarle aún cuando en mi interior era el único impulso que permanecía. (Tu ansiedad no te permite hablar por teléfono, ríndete...) Arrastré mis pies hasta el fondo de la cocina en busca de un poco de leche o las sobras de unas frías y desechas tostadas que mi madre había preparado la noche anterior mientras veia su estúpido programa de televisión. A veces me dice que mi vida podría ser una película, pero pienso que seria realmente aburrida y un milagro si la persona que la hubiera visto recordara minimamente los diez primeros minutos de esta, sin otra visión más que mis manos temblando al sentir los objetivos de las cámaras posarse en mi. Una auténtica decepción. Ni siquiera yo pagaría por verla.
Entonces, mientras imaginaba la mayor tortura a medida que la leche se desparramaba por el bol, la puerta sonó tan fuerte que pensé si en algún momento podría llegar a caerse. Dejé mi desayuno y me dirigí a ella, encontrándome al otro lado la figura de un Shiro sonriente pero en desesperación casi al mismo tiempo. Retrocedí.
-¿¡Que haces aquí, Shiro?! -No, en serio, QUÉ demonios hacia aqui.
-¡No te veo desde hace tiempo! Todos estamos preocupados por ti... -sus ojos hablaron por si solos, invitándole a entrar- ¿No hay nadie? -Asentí mientras me sentaba en el sofá y apartaba algunos cojines para dejar libre el asiento al mayor-
-No sé que te habrá contado mi madre... Estoy bien -desvié mi vista. Aún no puedo mirar a alguien durante más de 10 segundos seguidos
-Hmm... Tu madre no se ha comunicado conmigo, en cambio -su voz sonaba mas acogedora- Lance me contó lo que ocurrió en el bosque, y estaba preocupado, nada más.
¿Nada más? ¿Cuanto tendría que gritar para que alguien se diera cuenta que ese limite del "nada más" lo pasé hace tiempo? -No me importa Lance-. Sonó tan mentiroso, quizás lo estaba diciendo por impulsos, o definitivamente no quería verlo.
-Comprendo tu situación, pero tenemos mas actividades, solo...llevamos un mes con esto Keith, no puedes rendirte ahora.
-Iré, pero no hablaré con Lance -Shiro me mostró una sonrisa torcida y yo le respondí sacudiendo mis vaqueros y levantándome del sofá- Vamos.La luz deslumbrante de la mañana se colaba por mis huesos, y mis dedos atravesaron los rayos para intentar no cegarme de nuevo como estaba consiguiendo hacia medio camino. -Pronto es verano, es normal-. Shiro me miró esperando a devolverle la sonrisa, pero estaba mas ocupado acordandome de aquel campamento que habían acordado justamente para la época de verano. Si tuviera que describir los campamentos en una palabra sería constante ansiedad y aburrimiento (aunque sean más de una...) La última vez... No.
-¡Keith! -una mano agarró mi hombro, y la solté rápidamente cuando vi que esta pertenecía al moreno. -Y-yo... -. Crucé frente a él y me alejé por su espalda, saludando al resto. Aún es doloroso verlo, y aún no se la razón.
Todo se resumió en una reunión donde se habló sobre nuevos miembros, nuevos instrumentos, y, sobretodo, el campamento. Restando importancia a los intentos absurdos de Lance por hacer reír mientras movía sus manos en busca de ramas invisibles y pistolas de agua, y a las miles de preguntas sobre como, cuando, y donde, se llegó a la conclusión de que, a Lance le emocionaban estúpidamente los campamentos, y que yo no podía apartar la vista de él. A esa ultima conclusión llegué por mi cuenta, pero costó hacerme entender que no eran sus movimientos lo que hacia que mi vista se moviera sin cesar por su cuerpo, era la manera en la que sus expresiones y sus palabras venían unidas por la emoción y, a saber que. Esa misma tarde me subiría a un pequeño autobús rumbo a alguna parte, untado de crema solar pues lo único que despierta curiosidad en mi es, efectivamente, mi piel lunar. Mirando por la ventana, sin ver a nadie, sin hablar con nadie, sin poder seguir estos planes cuando un moreno idiota se pasea por el transporte y aterriza al lado de tu asiento. Escalofríos.
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Mis páginas queman, Lance.
FanfictionDía a día garabateo sobre una pequeña libreta, tal vez moriré escribiendo, y después le pediría a alguien que redactara sobre mi muerte, pero a mi alrededor solo existe una habitación vacía. No encuentro una sola persona, solo un ápice de luz en el...