Capítulo 27

2 0 0
                                    

La estúpida historia paradójica volvía a repetirse.
En este momento todos se suponía estaban dormidos o eso es lo que creía yo gracias al silencio total que se expandía en la estancia y que no me dejaba descansar.
Una cosa tenía clara, bueno, un par de cosas diría yo y es que primero, no tengo ni puta idea de quien era ese tal Charles Fablet que había mencionado Andrea anteriormente y segundo, no sabía que hacer con el tema de "quiero volver a ser tu mejor amiga, bla bla bla", tenía que quitarle esa estúpida idea de la cabeza y la verdad no sabía como.

Los minutos estaban pasando lentamente mientras que yo no sabía si acostarme y pasar otra de muchas duras noches entre mis sueños o, simplemente quedarme despierta cuanto pueda hasta caer agotada sobre el colchón no sin antes jactarme de ron con cola y llenar mis venas con el hasta la saciedad, siendo sincera, antes de estar perdiendo una o dos horas de mi vida comiéndome la cabeza inútilmente, prefería seguir bebiendo.

"De verdad un día de estos te dará un paro cardíaco"

No esperaba más, ciertamente no sé si lo estaba deseando.
Cuando dejé de vagar entre mis pensamientos y me di de nuevo de lleno con la realidad noté que en la estancia corría una cierta corriente fría que me había puesto los pelos de punta irremediablemente, así que, busqué el origen del susodicho frío y di con que una de las ventanas del barracon que daba a la luminosa ciudad estaba abierta.

No me preocupé.

Fui hasta la gran ventana y proseguí a cerrarla a la par que luchaba contra mis congeladas manos, entre tanto, no había notado el pequeño detalle de que, no sabía cuando ni como exactamente había abierto esa ventana, por no decir que no podía hacer memoria de tal suceso, quizá hubiesen sido los de la limpieza en un gesto por airear la habitación pero, hablando claros y, para variar con la situación en la que estaba actualmente y todos los días de mi vida, no me iba a quedar de brazos cruzados.

Me di la vuelta para encontrarme con lo que estaba llenando la habitación desde hacía ya media hora: silencio.
Puro y tenebroso silencio entre la oscuridad del habitáculo, no había ninguna luz encendida pero mi concentración era tal que podía ver a través de ella, mis ojos ya se había acostumbrado a la poca luz y si alguien había entrado aquí, no podría verme tan fácilmente así que ya que no estaba armada, tenía eso como ventaja.
Anduve sin hacer ruido, pisada por pisada por donde vine hasta situarme en el centro de la habitación.

Estaba aquí.

Había una extraña mezcla de olor en el aire que yo no podía reconocer.

Estaba aquí y él me estaba mirando.

Pero exactamente, ¿Donde podía estar? Camuflado ante mi no podía hacer más que esperar, esperar a que me atacase, esperar a que saltara sobre mi, esperar algo pero no llegaba.

-¿Dónde estas pequeña maricona?.-sabía que si usaba este tipo de vocabulario, lo provocaría y haciendo eso, sabría que hacer.

-Quizás deberías cuidar un poco mejor tus espaldas, ¿No, Nathalie?

Esa voz.

Era tan extraña y a la vez, me resultaba tan familiar.
Necesito ver su rostro pero no puedo porque de un momento a otro tengo una navaja mariposa rozándome el largo del cuello, mi pulsación ni siquiera se a acelerado, mis manos ni siquiera han empezado a temblar y mi temperatura no se ha elevado ni una milésima.

A veces me preguntaba que daba más miedo, yo o el arma.

Sin embargo, de entre toda esa sangre fría que me caracterizaba había algo que me preocupaba.

"¿Hay más con él?¿Y si están en la habitación?"

-¿Quién eres?.-

The LegendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora