La interrupción de la Mariquita Roja

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Su vida había dado un gran cambio en muy poco tiempo. Su mala estrella parecía mejorar un poco, y se sentía más feliz y realizado que nunca. Tras haberse separado de Shiro, había salido del bosque, y allí su transformación se había desvanecido.

— Parecerá una locura, pero no me importa demasiado eso de que intenten matarme si a cambio puedo seguir utilizando estos poderes.

Ten cuidado, chico, cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que mi poder es más una maldición que un motivo de alegría.

El tono de voz del gato negro en su cabeza resonó entristecido, y entonces, una continuación de rostros se sucedieron en su mente como si se hubieran colado por accidente. A ninguna de aquellas personas las conocía, aunque todos tenían algo en común: cabellos rubios y ojos verdes.

Lo siento, ha sido sin querer.

— No pasa nada... ¿Quienes son?

Los anteriores guardianes.

— ¿Y dónde están?

Se hizo un incómodo silencio, en el que Tora pensó que había hablado de más, antes de que el espíritu contestara con una palabra que daría por finalizada aquella conversación:

Muertos.

 Tras aquella macabra charla, decidió ponerse en marcha. Había encontrado un camino que lo dirigiría a un nuevo pueblo en el que nunca había estado. Lo cierto era que no sabía dónde volvería a encontrarse con uno de los objetos malditos de Aka, así que lo mejor era intentar seguir viviendo su vida con normalidad mientras tanto, y no quedarse en cualquier lado a la espera de que algo sucediera. También se empezaba a morir de hambre, por lo que vería si su sonrisa más agradable y su mirada coqueta le granjeaban al menos algo que picar.

Antes de llegar a lo que parecía una villa de agricultores, tiñó su cabello de negro, como tenía costumbre, aunque con sus ojos claros no podía hacer mucho. Una mujer, que se encontraba con los niños que jugaban fuera de la casa, se percató de su presencia y de que se acercaba por el camino; rápidamente metió a los pequeños en la chabola y se encerró allí con ellos.

Tora suspiró, era la reacción más común que solían tener las personas de origen humilde al llegar un completo desconocido a su entorno. No tardaron mucho en salirle varios hombres al paso, con evidente más edad que él, de forma algo amenazadora.

— Bienvenido a la villa Kohe, viajero. ¿Qué le trae por aquí?

Hizo una reverencia respetuosa antes de contestar, percatándose de que algunos de aquellos hombres miraban con recelo su katana.

— Solo estoy de paso en mi viaje, me gustaría poder comer y descansar un poco en algún lugar resguardado de bandidos.

— Hace mucho tiempo que no vemos a ningún bandido por nuestras tierras... Y esperamos que siga siendo así — Aquello había sonado totalmente como una amenaza — Tenemos un cuartillo al final de este camino, tras aquella casa — Un hombre le señaló la que parecía ser la casa más grande de las que había alrededor — Puede quedarse allí si lo desea.

— Se lo agradezco muchísimo — Volvió a reverenciar a aquellas personas, en aquel momento con mucho más respeto del que había mostrado anteriormente, pues, a pesar de que parecían algo desconfiados, le estaban dando una buena acogida.

El tema de la comida ya sería otro cantar, pero dadas las circunstancias, al menos no tendría que dormir al raso por un par de días, calculaba. 

Yo también tengo hambre... — Se quejó el gato en su cabeza, lo que hizo que Tora frunciera el ceño. ¿Cómo iba a darle de comer a una espada? — Con que comas tú, me vale, recuerda que ahora compartimos el mismo cuerpo.

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2017 ⏰

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Kuro Neko to Shiro Chō 【Miraculous Ladybug】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora