1 Pequeña Ciudad

13 3 2
                                    

Sí, yo ya también fui influenciado por la tele. Yo creí que si había apocalípsis zombi también sobreviviría y sería el buenazo protagonista. Ese guapo que no era guapo hasta que se perdió todo. Aquel que se la pasa día a día combatiendo zombis con armas que aparentemente aparecen mágicamente cuando hay apocalípsis. Todo eso lo creí y tú también, aunque suene ridículo siempre cabe la idea de que serás el prota. Por más que las estadísticas indiquen que casi seguro estarás abajo caminando con el montón de muertos. Y, desgraciadamente, para mí tampoco fue así. No llevo una vida de lujo (ni muerte).

Mi historia empieza mucho antes de que yo me convierta; cuando era yo un chavo del distrito pobre como muchos otros. Con calles que giran aleatoriamente y casas sin pintura que parecen puestas con el objetivo de no llevar un orden. Cuando pequeño me imaginaba a los creadores con un mapa tirando dardos, y donde pegaban iría una casa, aunque en qué dirección iba no tenía claro cómo lo decidieron. Había basura en la calle y grafiti por doquier, un parque poco cuidado y un río sucio al que todos llamaban "El río", me pregunto si tenía un nombre en verdad. Rara vez podías toparte con tecnología que fuera más allá de una televisión económica y una antena, cosa que por cierto no había en todos lados. Los videojuegos eran todo un suelo, uno que yo y mis amigos logramos, por cierto.

Mi mejor amigo se llamaba Ian, nombre muy común en éste barrio de pobres, después estaban Mauricio y Gustavo. Nos la pasábamos mucho en el parque después de clase. Nos deslizábamos en la resbaladilla y saltábamos antes de llegar para no rayarnos el trasero con el final roto de aquel juego. Recorríamos por el barandal evitando el óxido y nos emocionábamos cuando estaban por pasar los tres tubos oxidados. Corríamos por la acera y amarrábamos el pasto alto para que cuando los niños corrieran, se tropezaran y se caigan.

Era muy divertido, hasta que crecimos. Empezaron a alejarse con otros y yo me volví algo antisocial. Simplemente ya no valía la pena socializar. Poco a poco en mi adolescencia me di cuenta de que mis días eran un empujar hasta llegar a la noche, dormir y repetir el proceso. Aunque claro que no rechacé cuando me invitaron a comprar un Xbox. El grandiosísimo, Xbox. El plan era ahorrar y entre siete niños pagar. La dejaríamos con el señor de la tienda e iríamos a jugar cuando queramos, al igual que el señor tan buen amigo nuestro. Fue tan excitante el día que lo compramos. Todos estaban tan emocionados que sufrían calámbres en la cara. Fue muy padre. De lo poco que varió en mi vida.

Compramos también un juego, por supuesto, uno de los mejores en ese entonces. "Zombie 4", se llamaba. ¿Casualidad? No creo, se hacían muy populares por ahí entonces.

Fuimos la sensación por algunas semanas, quizá un mes. 'Los siete chicos, tantos como días de la semana y tan entretenidos como el que cambia el número en el reloj, pues tenían un Xbox'. Pues teníamos un Xbox. Pero rápidamente lo olvidaron y se volvió algo común. Incluso empezamos a cobrar por prestarlo porque nos aburrimos de él.

Los días volvieron a ser del mismo color gris, y mis pensamientos ya eran repetitivos. Por esto y la pobreza no es rara la emoción que vi cuando la maestra nos contó la noticia que pudieron decir a todos.

Aparentemente había venido una empresa muy famosa. Lamark, creo que se llamaba. Aparentemente habían llegado a la ciudad con el objetivo de hacer experimentos en sus laboratorios. Nos ofrecían dinero para ser sus conejillos de indias, y a la gente le gustó la idea. Aunque yo no quise, por lo que no mucha puse atención y sólo seguí mi día.

Después de clases siempre me quedo media hora más antes de volverme caminando. Dejo que se vacíe de tanta gente que quiere llegar cuanto antes y terminan entorpeciendo la salida. Me voy a la biblioteca y avanzo en mi tarea muy antisocialmente. A veces alguien llega a platicar conmigo y no tengo problemas con eso, en realidad sí puedo socializar muy bien, sólo me da pereza.

Ese día me tocaba ir por las medicinas de mi abue, que vive con nosotros, mi mamá y yo. De hecho no sé por qué aún sigo diciendo "nosotros" si son dos mujeres y yo, siento que es algo muy arrogante. Ahora diré 'nosotras'. Y nosotras vivimos en una casa pobre como todas las demás. Mi abuela necesita medicamentos y mi mamá está algo desesperada. Mi abuela se la pasa en su silla de ruedas que quién sabe dónde consiguió, porque ni siquiera la necesita, y usualmente mi mamá va por medicinas, pero esta vez me toca a mí.

En cuanto el reloj marcó la hora de 15:00, me paré, guardé mis cosas y me salí del colegio. Crucé el pasillo casi vacío que dirige hacia la entrada y salí para ver a mis compañeros platicando, riendo y, algunos, a punto de irse para jugar, ir al parque o hacer otra tontería, pues era viernes.

Caminé por las calles mal hechas rumbo a donde recuerdo que mi mamá me explicó. Giré en donde debía y llegué a lo que parecía un restaurante de portada amarillo sucio. Recuerdo que afuera había una camioneta negra muy tenebrosa para mí con placas que decían [M4R1-0]. Bastantemente peculiar. Creí que mi mamá se había metido con la mafia o algo parecido.

Entré y vi al fondo a dos señores jugando cartas con público de la misma edad. Señores barbudos, gruesos y maleados que sólo aumentaban mis ganas de correr y decirle a mi abuelita que ya no habían de sus medicinas. Había mesas pegadas a la pared y las ventanas tenían las cortinas cerradas. Portavasos de Coca-Cola y cerveza barata encima en vasos grandes. Había gente fumando y cuatro lámparas que servían de las cinco que estaban en el techo. Todo indicaba una sola cosa.

Continué sin embargo hasta llegar a la barra algo asustado. Vi a un hombre fornido en la barra que me preguntó si quería jugo de manzana.

-Este... -Volví a la realidad un segundo e intenté olvidar el miedo que me congelaba hace un momento.- Busco a Mario. - Dije cuando volví a agarrar confianza. Y escuché calmadamente su grave voz responderme.

-¿Quién lo busca? - Lo hizo. La pregunta que en toda película sale antes de que venga el monstruoso señor que mata a todos excepto al protagonista y prueba qué tan apto es para poder hablar con él (o con intenciones de matarlo), pero yo no me sentía como el protagonista buenazo, me sorprendía de hecho haber mantenido la mediana calma que tenía.

-Ah, este... bueno... -Perdí la confianza otra vez e intenté que no se diera cuenta de mi temor.

-JAJAJAJA - ¡Se empezó a reír! Aparentemente se había dado cuenta de lo tieso que estaba y me jugó una pequeña broma (lo cual por alguna razón no me terminó de calmar) . - Espera un segundo.

Abrió una puerta que daba a una habitación que me pareció mucho más grande por cómo gritó llamando al "jefe".

Salió con algo de enojo, aunque se le pasó rápido cuando me volteó a ver.

-Hola ¿En qué te puedo servir?

Un hombre grande, musculoso, con ímpetu de líder. Tenía una playera negra y unos pantalones de mezclilla azul agarrados por una gran hebilla con un cinturón de piel. Se le marcaban las venas y el aire de ser el jefe.

-Soy Daniel, me mandó mi mamá, Ivón.

-Ah, tú eres el pequeño Dani. Ven

Rodeé la barra y lo seguí a lo que estaba seguro, sería mi muerte.

Era un cuarto azul con mucha gente frente a unas mesas largas manipulando aparatos que no entendí. Tenían herramientas raras y algunos unos lentes. Unos tres focos dando luz en el techo.

Seguí a Mario hasta un cuarto en donde no me dejó entrar. Me volteé hacia las mesas cuando vi a un hombre que no me quitaba la mirada de encima, como pensando en la manera en que me mataría, o al menos eso creí. Llevaba un cubrebocas negro con una boca dentada dibujada, y lentes negros de trabajo. Me estremecí e intenté ignorarlo.

Finalmente salió Mario con una bolsa que parecía contener botes con píldoras. Di las gracias y me fui tan rápido como pude.

Fin del capítulo 1

---------•---------

Primera parte de lo que viene siendo mi primer libro. Me emociona escribirlo, subiré cuanto antes posible, pero no me quiero atar a un día en la semana. . (Se enteran de su nombre en la palabra 1270° a propósito ^:b)

Cómo terminé siendo ZombiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora