Andaba dando tumbos por las calles más sucias y oscuras de Londres... Mi cuerpo olía a alcohol y desesperación; te habías ido, y yo no podía recuperarte. Tropezé con mis pies y caí al suelo, mi boca se inundó de un repugnante sabor, había tragado agua de un charco, mientras sentía como la sangre espesa resbalaba por mi cabeza... Esa sangre por la que ya no corrían tus besos, permanecí en el suelo,sentía un fuerte dolor en la cabeza, pero ese dolor no era equiparable a tu pérdida...
Permanecí en el suelo largo tiempo, no sabría decir cuanto, entonces mi vista se empezó a nublar; la calle comenzó a dar vueltas a mi alrededor mientras las luces de las farolas comenzaban a titilar ¿Había llegado el momento al fin? Entre el terrible aturdimiento ví a alguien acercarse, a medida que se acercó mi vista se enfocó y... pude ver tu rostro. Esos cabellos castaños alborotados y esa sonrisa brilllando en tu rostro, me tendías la mano. Con gran confusión la agarré, entonces el dolor desapareció, volvíamos a estar juntos y eso era lo único que importaba... Comenzamos a andar por la mojada calle, amparados por una suave llovizna, lentamente nos fundimos con las sombras...
Nos convertimos en dos almas que surcaban la ciudad, el amor se convirtió en nustra maldición pero también en nustra salvación porque a partir de ahora podríamos estar juntos, para siempre...
Esta, es la historia de los amantes malditos, dos personas que se entregaron entre sí por amor, y acabaron consumiéndose, convirtiéndose en dos almas más y en el eco del amor que se entregaron... Cuentan, que hoy en día surcan las calles de Londres, dados de la mano, felices de estar juntos por siempre; puede que alguna vez los veas, quizás dos personas que parecen distintas entre la multitud o dos sombras en un oscuro callejón, que al parpadear ya no están ahí...