Imaginé este instante todo el día. Las horas de trabajo volaron mientras mi mente anticipaba el momento de placer.
Ensimismado recorrí de noche las cuadras que me separaban de mi hogar.
Abrí la puerta, encendí la luz y en mi sala vi que allí estaba, esperándome.
Le sonreí, me quite mi traje, busque un vaso y me serví un whisky.
Me senté en el sillón y me apresté a disfrutar el momento.
Doblé su lomo y crujió tal como esperaba. El hermoso aroma de imprenta, de libro nuevo inundó mi alma.
Y entonces ocurrió... "¡La puta, se cortó la luz!".