El primer libro que leí me dio la fe. Nueve libros después la perdía pero obtenía a cambio la verdad. Pasaron más de noventa libros y la verdad se desvaneció, pero gané el conocimiento, pensé que alcanzaba la sabiduría.
Desde entonces pasaron cincuenta años y más de novecientos libros.
Hoy me encuentro en una inmensa gruta oscura, cuyo tamaño aumenta cada vez más mientras camino rodeado de mi propia ignorancia. Solo poseo la tenue y parpadeante luz de mis mil libros, mi recuperada pero escuálida fe y la certeza de que, como decía Platón, "solo sé que no sé nada".