Salomón

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The chronicles of assholes, a smart, insane bitch, and the words "you & me".

"Déjame robarte un beso que te llegue hasta el alma, como un ballenato de esos viejos que nos gustaban."
Dalixe escucha las palabras cantadas de Salomón, mientras este, se desliza un cutter por su muñeca. La sangre cae. Cada milimétrico deslice del filo por la piel de Salomón le duele por igual a Dalixe, como si ella fuera la víctima de esa locura que él está cometiendo.
Están sentados frente a frente en el pasillo de la escuela, en medio del polvoriento piso, y las luces artificiales simplemente reposan en ellos. Todo está tan en calma; ¿cómo es eso posible? Salomón se está casi desangrando, Dalixe está a nada de llorar.
"Sé que te gusta que te canten así, que tu te pones seria y que te hago reír."
Dalixe siente una desesperación increíble por lo impotente que está siendo, siente además un peso terrible en el estómago que no la deja inhalar correctamente.
Observa el cutter acercarse a la piel del muchacho, y reacciona. Se lanza sobre el cuerpo de Salomón, de manera que ambos quedan en el piso tirados, ella con las garras en el cutter, arrebatándoselo de una vez por todas.
El cabello de Dalixe queda desparramado, y ambos siguen en el piso; la sangre de Salomón sigue corriendo por el mosaico de cuadrados azules y blancos; ambos la observan correr, como lo hicieron uno del otro en el momento en que empezaron a tener miedo de lo que se conocía.
Salomón levanta la mirada, y observa a Dalixe, quien está a borde de lágrimas. Su pelo interfiere la vista de su boca, y su respiración está acelarada, como si acabara de salir de un pozo de agua después de minutos.

"No me hagas esto."

Dalixe no se refería al cutter, ni a la sangre. Optaba más bien por pedirle que no hiciera el mismo teatro que algun conocido de ella alguna vez hizo amenazando com matarse, cuando solo carecía de atención. Dalixe descubrió que se trataba de atención un poco tarde, ya que su mente ya había implotado en ideas de la muerte y la impotencia.

"No me hagas esto."

Repitió Dalixe. De nuevo, no se refería a la sangre en sí, pero a las circunstancias que lo llevaron a este show.
Recuerdos. Octubre del año pasado.
Dalixe bailaba su canción favorita sobre el piso lleno de vasos y pedazos de comida, le decía a uno de sus amigos que la pusiera otra vez, y otra vez. Salomón la observaba. Le decía de a ratos, que se calmara, que ya era suficiente.

"Ahí quédate." Dalixe regresa a la realidad desde ese recuerdo no tan lejano.
Salomón se ve confundido ante las palabras de Dalixe. La sangre mancha un codo de Dalixe, quien sigue respirando en exalto.

Recuerdos. Finales de este Octubre.
Dalixe, Salomón, y Renato están parados bajo una lúgubre luz del estacionamiento de la prepa. Dalixe suda por todos lados, Renato suda también pero no por las mismas razones que Dalixe, aunque ambas razones tienen un factor común; Salomón.
Salomón habla, habla, no piensa nada antes de que sus labios lo pronuncien.
El aire está fuerte, retumba con las ventanas de los edificios de la escuela. La lluvia comienza después de una bomba en el cielo.
Salomón mira arriba, se ríe.
"Que buena lluvia, ¿no?"
Dalixe se pone enfrente de Renato, protegiendolo de la perversión de Salomón. Siente enojo, rabia, algo que no siente comunmente.
Empuja del pecho a Salomón; no con mucha fuerza para que no caiga, pero la suficiente para causarle sobresalto.
Toma a Renato del brazo, lo jala fuera de ahí, lo jala hacia un lugar techado que también los proteja de esa desdicha.

Recuerdos. Principios de este Octubre.
Salomón la dirige hacia la parte posterior de la biblioteca.  Ella se quiere ir. Espera algo que no quiere esperar. Quiere saber, no quiere saber.
Salomón no dice nada; se recarga en el estante de libros a su derecha, Dalixe sujeta bien las correas de su mochila.
Dalixe le lanza una última mirada de imploración a que no cometa alguna tontería pero este parece ignorar aquel pedido.
Dalixe se da la vuelta y se va; Salomón no tarda en seguirle, y la detiene antes de que se suba al elevador.
"Perdóname pero lo arruinaré todo."
Y vaya que necesitaba guardar esos perdones.

Crónicas de alguien medio vulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora