Cero.

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JiMin entró al departamento que compartía con NamJoon, su pareja. Antes de adentrarse con profundización paseó su mirada por toda la sala, buscando rastro del moreno.

—¿NamJoonie? —llamó espereanzado, esperando a escuchar una buena respuesta.— ¿estás aquí? —preguntó pero jamás fue respondido.

Se terminó de adentrar a la casa y cerró la puerta de entrada con algo de tristeza, se sentó en el sofá y dirigió su mirada hacia el florero de la pequeña mesita de vidrio de enfrente, el florero tenía aquellas rosas rojas que fueron obsequio de su novio por llegar tarde a casa.

JiMin estaba cansándose. Estaba hartándose. Desde que NamJoon conoció a ese tal Min YoonGi llega tarde a casa, aveces ni siquiera llega. Park quiere convencerse así mismo que es por cuestión de trabajo y por otra cosa.

NamJoon le había presentando a YoonGi dos meses atrás, lo presentó como su nuevo amigo y compañero de trabajo, ambos eran productores musicales.

JiMin no le veía el problema a eso, no. Todo lo contrario, le alegra. El problemas viene cuando NamJoon cambió su horario de llegada, antes era a las seis de la tarde y ahora...una o tres de la mañana. NamJoon decía que su trabajo era duro, pero HoSeok también era productor y nunca llegaba tarde a su hogar.

Esperó al moreno despierto toda la noche, hasta que este se dignó a llegar casi a las cuatro de la mañana.

La puerta se abrió, una brisa fresca entró junto a NamJoon, quien pareció sorprenderse al ver al menor sentando en el sofá, mirándolo.

—¿Qué son estas horas de llegar? —se levantó con el ceño fruncido y gruñó

NamJoon rió y trató de acercarse a Park, pero este se alejó, aún mantenía su ceño fruncido acompañado de unos brazos cruzados.

—Amor, estaba trabajando, lo sabes. —NamJoon respondió con tranquilidad.

—¡Es casi la una de la madrugada! —Chilló, su rostro estaba rojo, extrañaba tanto a NamJoon, ya no estaban todo el tiempo juntos como antes.

—Te he dicho cantidades de veces que mi trabajo es duro, JiMin, no es cualquier cosa.

—¡Antes no era así! —su voz se quebró y sintió sus ojos arder, juntó sus labios y los apretó.

—¡Claro que si lo era! —contradijo, pero mintió.

—¡Todo fue gracias a ese tonto de YoonGi! —ambos alzaban sus voces, uno estaba más desesperado que el otro, ese otro era NamJoon, quien estaba caminando hacia la puerta.

—El único tonto eres tú, que no comprende lo que está pasando. —abrió la puerta y salió del lugar.

Las alertas de JiMin se encendieron y en cuestión de segundos  este ya se encontraba siguiendo a NamJoon.

—El único tonto eres tú, que no comprende lo que está pasando.

¿a que se refería?

—¡NamJoon, espera! ¿¡a donde vas?

NamJoon cruzó la calle, alejándose cada vez más, sus puños iban cerrados de tal manera que sus nudillos se veían blancos.

—¡Me iré lejos y llámame cuan...—calló, calló al escuchar aquel ruido de algo chocar, el ruido que cambió su vida por completo. — ¿JiMin? —su voz se quebró, era un hilo.

El cuerpo de JiMin se encontraba en el duro suelo de la calle, su rostro estaba sucio de sangre al igual que el suelo, el auto responsable del accidente estaba cruzado en la mita de la calle con un gran golpe en el vidrio de enfrente, vidrio que estaba hecho añicos. El conductor salió del auto con su celular en su oreja, llamando a una ambulancia. Los vecinos salieron a observar lo sucedido, qué fue lo que formó aquel estruendoso ruiso.

A un lado de JiMin, estaba NamJoon, llorando, arrepentido, culpandose y gritando. Había sido su culpa, JiMin no reaccionaba.

Coma. |NamMin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora