En este mundo de lo extraño, de lo divino, suelen ocurrir hechos bastante curiosos.
Sobre todo aquellas ocasiones en las que ángeles y divinidades se tomaban un tiempo para congregarse. Ya fuese porque el rey de todo los convocaba para uno de sus tantos juegos o para discutir asuntos importantes con Zarama (el cual solía ser el gran ausente de la velada, junto con Jokyōkō). En una de esas veces, cuando todos los ángeles y dioses se reunían, tuvieron que tratar un asunto de suma importancia. Esta vez no sería Zeno-sama quién los llamase a junta. Todos los participantes fueron recibidos por la sumo–sacerdotisa; situación que destanteo por mucho a los invitados; pues era la primera vez que esto ocurría—Bienvenidos sean todos; nos disculpamos de antemano por lo repentino del llamado, pero hay asuntos que se han descuidado bastante y es urgente tratarlos.—Algunos no pudieron disimular su asombro; sobre todo por la forma en como los presentes intercambiaban miradas de asombro entre sí.
— Jokyōkō-sama...—Musito en voz bajita Quin; el dios destructor del 18vo universo—Realmente estoy sorprendido y feliz de verla a usted presidiendo la reunión; pero lo estoy aún más por encontrar aquí a Meleķil—Al decir esto, todos centraron su vista en el ángel sin nombre, que se encontraba de pie en uno de los rincones del palacio.
—¡Hermana mayor!—Gritaron los ángeles más jóvenes.
—¡Cus!, ¡Kum!. Me alegra verlos.
—En vista de que todos nos encontramos, creo que es hora de comenzar con la reunión.
—¡Atención a todos, esta sesión está oficialmente abierta!— Se escuchó una voz grave, como un trueno resonante en el cielo. A lo que todos los presentes ofrecieron una reverencia pues era el mismo Zarama quién les dirigía unas palabras de bienvenida. La reunión de aquella ocasión salió bastante de los tópicos usuales (Reprochar los niveles bajos de mortales en los diferentes universos, probar fuerzas entre los 18 dioses de la destrucción; o cualquier otra cosa de índole trivial); el motivo de dicha reunión, era notificar que a partir de ahora, el trabajo de Meleķi, sería vigilar la evolución de los seres vivos en los 18 universos; es decir supervisar a sus hermanos menores «Salir al exterior», pensó ella emocionada, y también su mente imaginó todas las cosas maravillosas que encontraría; cosas que por fin podría mirar con sus propios ojos y no a través del amuleto y del orbe. Le había oído decir a su hermana Cus, lo hermoso que era el cielo estrellado por las noches, lo refrescante del agua en los manantiales, el dulce aroma de las flores y ese particular cosquilleo que hace el césped bajo las plantas de los pies.
Iba a dejar de ser un simple ángel de las sombras. Emocionada corrió a donde su madre y la abrazó con tanta fuerza; en el fondo Meleķi intuía que tal milagro se había debido a la intervención de Jokyōkō, pues su padre nunca fue partidario de que sus hijos convivieran con seres mortales, y mucho menos intimidar con ellos.
Al darse cuenta de su entusiasmo, guardo un poco la compostura, pues recordó que Zarama estaba presente, no obstante aquel dios bondadoso sonrió alegre y complacido por el entusiasmo de la chica. Antes de retirarse, ella les dedicó un par de reverencias. Los 18 ángeles quedaron bastante sorprendidos; pero los más felices por la buena nueva de su hermana fueron Wiss, Cus, Kum, Coin, Sour y Bourbee. Por otro lado Vados, le dirigió unas palabras (Ella también estaba aliviada porque su hermana mayor al fin dejaba su oscura prisión, pero se mantuvo más serena en demostrar sus emociones)—Espero pases primero de visita por el universo 6, sería un gusto tenerte de invitada.
—Gracias hermana.
—Esperamos verte también por aquí—expresó la diosa Jerez del universo 2.
—"Pequeño ojo", ahora tienes una tarea importante—Menciono Wiss.
Después de concluida aquella inusual reunión, Meleķi fue directamente hacia el universo 6. Estaba dispuesta a ir directamente hacia el planeta de Champa, pero su atención fue captada por un planeta hermoso ubicado en el cuadrante norte. Azul; tan hermoso. Planeta del cual quedó prendada de inmediato; un planeta llamado: Tierra.
ESTÁS LEYENDO
La canción de los cielos
FanfictionEl destino es la fuerza más poderosa que existe en el universo, tanto, que no existe ser sobre la faz de la tierra que pueda escapar a el. Hubo una vez un ángel que clamaba su libertad; pero tuvo que pagar alto precio para proteger a quién amaba.