I hope he makes lotsa spaghetti

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¡Chask!

El sonido del encendedor retumbó en el cuarto y acompañado de él, se incendió una pequeña pero candente llamarada. Casi tan rápido como se inició el fuego, cayó sobre este una honda sartén repleta de agua; esta azotó con algo de fuerza sobre la estufa. El joven manipulando los instrumentos parecía estar, por algún motivo, estresado. Sus movimientos eran un poco torpes, pero no lo suficiente como para el sacarse un ojo con un tenedor o accidentalmente tirar aquel paquete de pasta italiana al suelo. No, la pasta (espagueti, para ser exactos) cayó sin problemas en el sartén, mientras que el chico lograba mantener su ojo en buen estado.

¿El chico? Bueno, decir que parecía sacado de "El club de los cinco" en inglés "The Breakfast Club" (porque sé que ustedes odian los doblajes como yo odio el jitomate) o de otra película ochentera no sería tan descabellado. Su peinado era curiosamente elaborado, nada que verías en esos posters demacrados en la peluquería de la esquina... Al menos ahí tienen buen gusto. Mientras que su ropa... Su ropa... No era nada fuera de lo común, nada más que un suéter y un pantalón de mezclilla; no resaltaba, pero al menos no se veía estúpido, ese era trabajo para su cabello. Pero parecía que su vestimenta y su falta de desodorante eran los últimos de sus problemas.

Mientras tu y yo hablábamos, el chico se la había pasado ojeando su celular; si estoy en lo correcto, revisó la lista de ingredientes tres o cuatro veces para comprobar que no le faltara nada: 2 cucharadas de Margarina, doce camarones medianos, una taza de brócoli, un puño de queso en polvo, un cuarto de taza de cebolla picada, 1 diente de ajo, un poco menos de 400 mililitros de leche evaporada, una taza de agua y los esenciales 200 gramos de espagueti. Además de que, durante la tercera revisión, Isabelle le informó que iba tarde para su cita... ¡Una cita! Eso explicaría las velas aromáticas en la mesa, además esa hora que se pasó peinándose.

Volviendo al tema que nos corresponde, ya habían pasado unos minutos, el chico había puesto una olla al fuego conteniendo la Margarina, los camarones, las cebollas y el brócoli. En este mismo momento la mezcla se había asado por completo y nuestro intrépido Romeo ya tenía listos los ingredientes restantes; el joven prosiguió a apagar el fuego y, con una gracia rival a la de un nadador sincronizado, agregó la leche evaporada, el agua y el queso a la mezcla. Después de leer las instrucciones de nuevo, nuestro casanova se dio cuenta de su ineptitud y encendió la flama otra vez: "Fuego lento", (un estilo avanzado de cocina perfeccionado por nuestros ancestros). Ahora solo quedaba batir la salsa, esperando a que esta se pusiera espesa.

Con la cuchara en la mano y el celular en la otra, el chico prosiguió a llamar a, si esto salía bien, su futura cónyuge. Beep, Beep, Beep. Buzón Telcel, la llamada será-. No había respuesta. Intentó otra vez. El mismo resultado. Intentó una tercera. Nada. Iba a intentar una cuarta, pero se detuvo al darse cuenta de que la salsa estaba lista. Estaba algo preocupado, era raro para ella no contestar, pero él sabía la hueva que daba sacar el celular en plena combi, así que se imaginó que ya estaba en camino y él aprovecharía el tiempo extra para terminar su alimento.

Ahora apagó la flama definitivamente y, en la misma olla, agregó el previamente preparado espagueti junto con los once camarones (¿De qué estás hablando? ¿Estás acusando a nuestro caballero en brillante armadura de comerse uno de los camarones? ¡Que deshonra!) y prosiguió a mezclar apropiadamente. En un par de minutos, el espagueti estaba listo; dos minutos después, la comida estaba servida. Nuestro amigo tomó asiento y aunque el espagueti olía de maravilla decidió esperar, era descortés empezar a comer sin los invitados.

Y pasaron los minutos. Cinco minutos se convirtieron en diez, diez en quince, quince en treinta y cuando se dio cuenta ya había pasado una hora entera. Intentó contactar a Isabelle. Los mensajes de Whatsapp quedaban en visto y las llamadas eran canceladas manualmente; intentó contactarla por Messenger, pero lo mismo pasaba: silencio. La ley del hielo. Ya preocupado decidió echar un ojo en su perfil. Lo primero que se encontró fue un post largo, acompañado de una foto de ella junto con una cara conocida; tan pronto él vio eso, sudó la gota gorda y, algo tembloroso, presionó el "Ver más". El post era meloso a más no poder, pero el mensaje era claro: En el camino a la comida (la cual no era mencionada aquí, pero se puede inferir) la pequeña Isabelle se había encontrado con su ex novio ya de meses, tuvieron una charla larga y, para sorpresa de nadie, decidieron que las cosas ya habían cambiado, que sería una buena idea empezar de nuevo una relación. El post estaba lleno de "Me Encanta" y mensajes de apoyo.

El espagueti estaba frío, pero no se podía negar que tenía buen sabor, y los camarones van de maravilla en cualquier comida, pero... Esa no era una forma de disfrutar de tu cocina, uno nunca debería sollozar mientras come.

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⏰ Last updated: Nov 15, 2017 ⏰

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