Compagnons

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Compañeros. 

Marinette está en su departamento, más específicamente en el pequeño estudio que armó al achicar un poco su habitación, dejando las telas y maniquíes en el lado oeste, su cama, armario y demás están en el lado este. Ahora mismo, Marinette dibuja con cuidado y dedicación un vestido para Lila, piensa que los colores cálidos le quedan espectaculares, no entiende porqué su guardarropa (al menos, lo poco que ha visto) tiene ropa que predomina lo frío: azules, púrpuras y verdes oscuros, sin ningún ápice de luz.

Porque ella ya perdió su luz, susurra una voz dentro de su cabeza. Y una parte egoísta de ella piensa que es porque la dejó, pero es una parte tan pequeña que hace caso omiso a lo que dice. Lila decidió irse por su cuenta, ella estaba ahí para ganar prestigio.

Sólo para ganar prestigio.

Suspira mientras piensa en otro tema que es más importante: El Coleccionista. El maestro Fu le había advertido de un gran mal que se avecinaba en cualquier parte del mundo antes de saber su localización, y ella como portadora de un Miraculous debía de estar preparada. Un nudo en la garganta se forma cuando recuerda su despedida con su amigo y compañero, Chat Noir, realmente deseó haber tenido una mejor, pero las circunstancias no eran las mejores para ambos. Fueron muchos años de batallar codo con codo para terminar separándose abruptamente por un villano diferente a Hawk Moth.

No conoce a ningún portador en Italia, no hay indicios; patrulló como LadyBug por las noches en busca de un camarada, pero no hubo señales. Tikki le había dicho que sea paciente, no estaría sola para detener al Coleccionista. Quiere compañeros, y sobre todo quiere que Lila sea de vuelta Volpina. Había visto que no llevaba su collar, una aberración para un alma tan libre como lo era Lila.

Nuevamente llega al mismo tema: Lila.

Marinette frunce el ceño dispuesta a continuar su labor, Lila no debía de ser una prioridad en su vida, ella la había dejado en Francia, sola y con el corazón roto. A ella y a Nathanael, quien por cierto está retrasado, ¿habrá mucho papeleo en la oficina? Creyó oír que el novio de... lo ayudaría a ordenar. Tantea sus dedos sobre la superficie de la mesa con intención de agarrar su celular y mandarle un mensaje, no vaya a ser que esté perdido por Roma o haya sido secuestrado por traficantes de órganos. Sin embargo, Tikki sale de su canasta disparada para golpearle la mano, llamando completamente su atención.

— ¿Qué sucede, Tikki?

— Siento la presencia de un kwami, Marinette.

Es todo lo que necesita oír para transformarse en Ladybug, porque aquello significaba una sola cosa dentro de su cabeza: Volpina ha vuelto. Tikki había mencionado que posiblemente, el maestro Fu habría de mandar un kwami a Roma para que pudiese tener un compañero para luchar contra el Coleccionista, sin embargo, la posibilidad no está presente en los pensamientos de la franco-china, quien abandona rápidamente su habitación con ayuda de su yoyo mágico, impulsándose gracias a este entre los edificios de la capital italiana.

Los ojos azules detrás del antifaz con motas no tardan en detectar a una pequeña multitud correr despavorida hacia la derecha, toma entonces la decisión de ir hacia la izquierda, de donde ellos huyen. Cae al suelo de cuclillas y su mandíbula casi roza la calle de piedra al ver que, frente a ella, no hay un traje anaranjado o un cabello castaño. 

Ni siquiera es una chica. Es un chico, en traje verde y con una especie de escudo que está repeliendo el libro volador del villano. ¿Dónde está? ¿Dónde está Lila? ¿Ni siquiera en una situación así puede dejar de ser egoísta? ¡Están atacando su hogar! ¿¡Por qué no está peleando!?

— ¡Santo cielo, ¿acaso no planeas ayudarme?! —Vocifera el chico frente a ella, mirándola de reojo con clara desesperación— ¡No puedo estar todo el día con el escudo! ¡Ayúdame!

Ladybug asiente, empujando otra vez a Lila a un rincón de su mente. Ahora es Ladybug, no Marinette, su deber es proteger a las personas, tiene un compañero y debe aprovechar eso. Gira su yoyo y con una mirada, el héroe quita su escudo y el yoyo golpea el libro mandándolo a volar a otra dirección. Es momento de atacar, ambos lo saben, por eso se lanzan contra el Coleccionista que no tarda en esquivar los golpes con relativa facilidad los del héroe tortuga, costándole un poco los de la mariquita. La experiencia habla por sí sola y Gian lo nota, ella no había recibido el Miraculous hace un par de días como él, ella tiene claro conocimiento sobre el tema y sus movimientos la delatan. Los suyos, en cambio, son más lanzados al azar y por raciocinio de un chico que juega bastantes videojuegos, pero eso no sirve de mucho en un combate real.

— ¡Cuidado!

El silbido que produce la vuelta del libro, los alerta, reaccionando más rápido la muchacha que arrastra al inexperto chico a un lado con el yoyo. Estuvo cerca, piensa Gian sudando frío, estuvo tan cerca de estar encerrado entre esas páginas y sin poder ayudar a su amiga.

¿Qué demonios harían las Tortugas Ninjas o el Capitán América? Piensa más en el último porque ambos comparten una similitud: el escudo. Steve lo arroja y el escudo siempre vuelve, ¿funcionaría con el suyo? Decide probarlo y en un acto que provoca un chillido por parte de Ladybug, arroja su escudo con precisión al libro que intenta regresar a las manos del Coleccionista, volviéndolo a mandar a otro lado y el hombre gruñe con fastidio, comenzando a hastiarse de la actitud de ambos héroes. Tal y como Gian supuso, el escudo regresa a sus manos y lo atrapa con cierta dificultad debido a la potencia.

— Esto no nos llevará a ninguna parte —murmura Ladybug. Gian asiente sin quitar sus ojos miel de los del sujeto— ¡Amulette enchantée!

Abre sus ojos con sorpresa al ver a su compañera lanza el yoyo hacia arriba, Dios, ¡hasta tiene un súper poder! ¿¡Cuál es el suyo!? Entonces lo recuerda y su ceño se frunce un poco con molestia.

¡Maldito Wayzz, jamás mencionaste eso! ¿¡Cómo planeas que resuelva las cosas con un escudo!? ¡Eres diabólico, kwami infernal!

Ladybug parpadea al tener una cuerda roja con motas negras entre sus manos, ¿qué se suponía que hará con eso? Gian lo nota y no puede evitar golpearse el rostro con frustración.

Esto de ser héroes no parece tan genial como en mi imaginación. 


Una renar ris au piege | Lilanette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora