III

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La risa del pelinegro resonaba entre las paredes del vagón mientras un castaño lo observaba fascinado por su sonrisa. Le encantaba ver al mayor sonreír, era la primera de las siete maravillas de su mundo, mundo que llevó convirtiéndose en YoonGi a lo largo de aquellos hermosos cinco meses. JungKook estaba enamorado, amaba al pálido con mucha intensidad y tenis la sospecha de que sus sentimientos eran correspondidos. Cada que veía a YoonGi sentía su corazón latir rápidamente y cuando hablaban todo a su alrededor desaparecía, sólo existían ellos dos y nadie más; no les importa las reacciones de la gente al ver a dos hombres charlar de manera tan dulce y amorosa, pero cuando el pelinegro bajaba en la estación que le correspondía, JungKook sentía como el vagón del tren perdía su chispa alegre y rezaba porque el tiempo pasase rápido para poder ver de vuelta al chico.

— Eres un caso — dijo el mayor y JungKook esbozó una sonrisa.

— Me gusta verte sonreír — comentó inconscientemente y las mejillas del contrario se tornaron rosadas al instante.

— Gracias — agradeció en un susurro.

En un movimiento rápido JungKook entrelazó su mano junto a la de YoonGi, desatando huracanes en el estómago del mayor y una bonita escena decorada con las rosadas mejillas de ambos inquilinos. Las ganas de revelar lo que sentían no faltaban, pero un breve temor se apoderaba de la conciencia de ambos ¿y sí en realidad no era un amor correspondido? ¿Y sí la relación no funciona? Lo que menos querían era que su amistad se fuera al desagüe. Querían liberarse de esos temores y comerse a besos, pero se sentían tan tímidos.

— K-Kookie... —  lo llamó el mayor cuando el tren pasó por un túnel que estaba cerca de la estación de YoonGi, llevándose la luz consigo.

Un fuerte golpe hizo que ambos se estrellaran contra el suelo del tren y el pánico y los gritos no tardaron en llegar, el calor producido por el fuego iba aumentado cada segundo y JungKook abrazó al mayor sabiendo de que se trataba todo ese desastre.

Los ojitos gatunos del mayor estaban inundados en lágrimas y miedo, haciendo que el corazón de JungKook se calentara y las ganas de protegerlo de un final inevitable se instaló en su mente. De repelente el tiempo, para ambos se detuvo, sabían que no lograrían sobrevivir y querían guardar cada pequeño detalle del contrario en su interior. Juntaron sus frentes y todos los recuerdos que tuvieron juntos se empezaron a reproducir como si de una película se tratase, no querían que ese fuera el fin, no querían finalizar una aventura que apenas estaba iniciando, y se golpeó mentalmente por no haberle hecho saber sus sentimientos al mayor antes.

— Hyung... — susurró JungKook entre sollozos — Te amo, hyung... Te amo, Min YoonGi.

— Te amo, Kookie... — susurró el mayor y sellaron su amor en un beso que ambos estaban esperando.

Un beso cargado de un sabor amargo de despedida, y uno dulce de amor, un beso que en otras  ocasiones hubiera marcado el inicio de una relación, pero en este caso era todo lo contrario. Ese beso significaba un hasta pronto, un choque de labios que selló un amor correspondido pero imposible.

Los corazones de ambos se iban debilitando y el fuego iba consumiendo todo a su paso. Ambos corazones se detuvieron al mismo tiempo, regalándose mutuamente sus últimos suspiros y sus últimos segundos de vida.

Pero de algo estaban seguros, de que si tuvieran la oportunidad de revivir cada uno de los minutos juntos, lo harían sin duda.

jueves ; kookgi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora