Capitulo 8

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Llego la noche, y los chicos aun seguían sin tener claro quiénes debían de llevar las pistolas.
-Erick no puede ser. Dijo Richard. Ayer pudo llevarle y no lo hizo.
-Es verdad.
Los tres amigos se miraron unos a otros.
-Llevarla vosotros. Dijo Christopher. Yo soy el mayor, y tengo que cuidarlos.
-Y si viene a por ti?
-Pues entonces me buscaré la vida.
-De acuerdo. Dijo Richard cogiendo un arma.
-Toma. Dijo Christopher tendiendo el arma a Zabdiel.
Este la cogió con cuidado.
-No se utilizarla.
-No es difícil, solo tienes que quitar el seguro y apretar el gatillo.
-Y cargarla. Dijo Erick.
-Eso, y cargarla. Sin balas no haces nada.

Llegaron las tres de la mañana y los chicos estaban en sus camas, incapaz de dormirse.
Zabdiel y Erick se habían puesto en el mismo dormitorio ya que Erick tenía miedo.
Christopher y Richard estaban cada uno en su cama, esperando a que algo ocurriera.
-No puedo! Dijo de pronto Richard. No puedo quedarme aquí esperando mientras esa maldita cosa se lleva a uno de nuestros amigos, si es que no nos quiere a uno de nosotros.
De pronto, llamaron a la puerta a golpes.
Los dos se miraron, y fueron corriendo a abrir.
Era Erick, llorando.
-Se ha llevado a Zabdiel!
Christopher cogió a su amigo y le abrazó fuerte.
-Tranquilo Erick, Zabdiel tiene el arma. Ya verás como lo consigue.

Joel estaba tumbado en el suelo, rezando para que "eso" no hiciese daño a sus amigos.
De pronto, se escucho un ruido y "eso"apareció junto a un cuerpo inconsciente, o eso parecía.
Se levantó rápidamente del suelo para intentar ver quién era.
Al dejarle en el suelo, pudo ver que era Zabdiel.
-Oh no.
-Por fin le tengo. Dijo sonriendo. Por fin voy a poder volver a ser normal.
Eso hizo que Joel se extrañará.
-Ser normal?
Aquello se dio la vuelta y miró a Joel.
-Si, yo no he sido siempre así Joel, yo antes era bueno.
-Y que te paso?
-Una maldición. Me la puso la misma señora que os dio la sopa, y que yo mate hace seis meses.
-¿Que? Eso es horrible! Que hiciste para que te hiciera eso?
-Jugar con cosas malas. Mi madre estaba muy enferma, al borde de la muerte así que un día, me enteré de que había una persona que podía hacer que mi madre se curase. Fui a verla, y ella me dijo que si podía hacerlo, pero a cambió de algo.
-De que?
-De mi vida. Una vez mi madre estuviese sana, yo mismo me tenía que quitar la vida.
-Pero no lo hiciste verdad?
-No, no fui capaz. Así que la mujer vino a mi casa, y me echó una maldición: Tenía que estar escondido todo el ano, ocultó de las personas. Salvó en Navidad, que tenía que matar a una persona inocente solo para alimentarme.
-Vaya, es horrible.
-Si, y por fin después de años buscando el antídoto, me enteré que la señora se lo había dado a dos chicos que habían ido a su casa.
-Christopher y Erick.
-Exacto, así que al día siguiente fui a vuestra casa, a matar a los dos chicos.
-Fui cuando te vimos Erick y yo en las escaleras.. Dios! Dijo tapándose la boca con las manos. Ibas a matar a Erick!
-Si, pero mas tarde me di cuenta que ninguno de ellos dos se habían bebido el antídoto. Así que probé con los demás, hasta darme cuenta que lo tenía Zabdiel. Iba a matarle esa misma noche, pero me enteré de que los vecinos del pueblo estaban planeando sacrificar a uno de vosotros. Y que alegría me lleve cuando me enteré que era Zabdiel! Pero todo salio mal, tu tus estúpidos amigos tuvisteis que estropearlo todo.
-Por favor, no hagas daño a Zabdiel, tan solo tiene 19 años.
-Lo siento mucho Joel. Dijo acercándose al cuerpo de su amigo. Pero es lo que tengo que hacer.
De pronto, Zabdiel abrió los ojos y se levantó del suelo.
-Zabdiel! Gritó Joel.
Esté, se metió la mano en el bolsillo y sacó la pistola.
-Deja a Joel en paz! Gritó.
-No es a Joel quien quiero. Dijo sonriendo. Es a ti.
De pronto, se abalanzó encima de él.
-Zabdiel!!
Derrepente, se escuchó un disparo y los dos cuerpos quedaron inmóviles.
-Zabdiel, por favor...

De pronto, se comenzaron a mover.
El cuerpo de aquella cosa cayó de lado y Zabdiel se sentó en el suelo, quitándose sangre de la cara.
-Lo he echo...
-Zabdiel! Estas bien!
Se giró y vio a su amigo, sentado en el suelo.
Fue corriendo donde él y le abrazó.

Le quitó las cadenas y le ayudó a ponerse en pie.
-Vamos, volvamos a casa.

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