Día #2 - No soy la única

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La luna se encontraba en su punto más alto, viéndola supe que era poco más de medianoche. Escuché el crujir de la madera frente a la puerta de mi habitación. Me senté, lo más posible es que fuera mi hermana, pero la idea de que fuera un ladrón me resultó emocionante. Me coloqué rápidamente mis zapatillas y abrí la puerta sin delicadeza. Afiné mis sentidos rápidamente esperando encontrar algo, me sentía con una energía sin igual. Dando pasos fuertes y seguros caminé lentamente por el pasillo, escuché de nuevo un pequeño crujido, venía dentro de la habitación de mi hermana. Esbocé una sonrisa. De un golpe abrí la puerta que al parecer tenía cerrojo puesto que la manija se rompió. Entré en cuclillas, sin embargo, mi hermana dormía tranquilamente en su cama. El ritmo de su corazón se escuchaba lento, pacífico. Ella no fue quien provocó el sonido.

Llegó a mí esa oleada de ondas cerebrales que recordaba de la escuela el día anterior luego de haber encontrado el cadáver de Oscar. Este chico posiblemente me seguía.

—Muy bien. —grité para que pudiera oírme desde donde fuera que se encontrara—Juguemos al escondite, si te encuentro... Mueres; si no lo hago... Muero. ¿Trato justo, no?

Comencé rápidamente a seguir sus ondas cerebrales, se movía rápido. ¿No importaba si hacía algo de trampa, no? Entré a la habitación de invitados donde él se encontraba, cerré la puerta y seguido prendí las luces. Rápidamente él corrió bajo la cama. Aun así yo había ganado en ese momento. Me puse lentamente en cuclillas para ver bajo la cama. Olvidé completamente que a quien me enfrentaba era muy rápido. De golpe sentí como el chico me tomaba del cabello y me dejaba acostada sobre el suelo, se colocó sobre mí y tenía una gigante sonrisa triunfante.

—Gané. —Dijo con suavidad pero notable emoción—

Le sonreí.

—Adelante, mátame. —extendí los brazos esperando su mortal mordida—

—Nah... —dijo con aburrimiento— No se asesina a los nuevos compañeros de juego.

Me senté mientras arreglaba mi cabello.

—¿Compañeros de juego?

—Aún no sabes nada ¿Cierto?—dijo con el mismo aburrimiento mientras se acostaba y miraba al techo—

—¿Qué exactamente? —Dije mientras me acercaba lentamente a gatas—

—La luna. Ser lunática. —dijo como si fuera obvio—

—¿Es debido a la luna a que ahora soy así? —dije con entusiasmo— Sabía que algo había sido.

Gruñó con molestia.

—¿Sabes? Se supone que las mujeres obtienen inteligencia luego de volverse lunáticas. Pero tú luces como una completa imbécil.

—Cállate. No sabes nada. Tenía la suposición pero decidir que había sido la luna sería sacar conclusiones apresuradas. —Le vi con aburrimiento—

Sus ojos eran amarillentos, con opacas iris grises, con ese ligero brillo en la piel, un brillo cautivador, un rostro sin cansancio, sin imperfecciones, los labios pálidos, casi no diferenciables de su piel, y debajo de esos delgados labios pude ver sus afilados dientes. Si él era un lunático como él le llamó, al igual que yo, ¿Eso significaba que me convertiría en algo parecido a él?

—¿Contemplas mi belleza? —dijo sonriendo con narcisismo—

—¿Me volveré como tú? —pregunté con seriedad—

Me miró un momento y seguido rió con fuerza.

—Claro que no. —dijo quitando una lágrima de su ojo izquierdo que había aparecido debido a la risa— Los efectos del síndrome Lunaplata son diferentes para hombres y mujeres, eso es todo. Verás... Las mujeres obtienen inteligencia superior, les hace ser calculadoras, estratégicas y muy manipuladoras, sin embargo creo que su principal atributo es el poder de la flor en su iris, puede manipular la voluntad de las personas con sus ojos.

Lunática: Lunaplata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora