Malditos Para Siempre- Capitulo 1

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Daniela era la típica mujer “perfecta”, se llevaba bien con su familia; tenía grandes amigos que nunca la dejaban sola; un novio, Nicolás, llevaban juntos tres años y medio; era una alumna excelente, el orgullo de sus padres y de sus profesores; llevaba a puestas muchas enemigas, de esas que surgen sin motivo alguno, más que la envidia que le tenían por todo lo que era y por lo que no era.

Era una noche de verano, navidad, se había juntado toda la familia como todos los años. Esta vez estaban todos los primos; después de la cena todos salían afuera a esperar la hora exacta para ver los fuegos artificiales y saludarse entre ellos.

El reloj marcó las 12 con tremendos ruidos de bombas y demás “quemaplatas”, después de saludar a todos, uno de los primos tuvo una idea que muchos se plantearon seriamente antes de acceder, querían romper el mito de que en la noche de navidad, bajo una higuera, se aparece el diablo para “hacer trato”; no hubiera sido tan problemático si la idea no incluyera llevar, además, la tabla guija para jugar debajo de la higuera. La mayoría accedió después de pensarla, pero fueron sin muchos prejuicios, era solo un mito y un juego de mesa.

Llagaron al árbol que el abuelo había plantado hace años, se sentaron debajo y comenzaron a jugar sin problemas ni miedo. Los ocho primos pusieron el dedo sobre la base y comenzaron con la siempre intacta primera pregunta: “¿Hay algún espíritu entre nosotros?” nada sucedió, por un rato; siguió la ronda de preguntas pero absolutamente nada pasó. No vieron ni sintieron nada extraño; como era de esperarse, todo era solo un mito, y la guija un juego de mesa más.

La fiesta de navidad terminó y con ella una etapa de la vida de Daniela. Al día siguiente se levanto descompuesta, no tenía ganas de hacer nada, de hecho no desayunó ni almorzó, y anduvo desarreglada todo el día. Los padres pensaban que estaba por resfriarse o algo, pero ella cuando tenía síntomas hablaba, esta vez se levantó en silencio y no le dirigió la palabra a nadie, solo para responder concisamente las preguntas de sus padres desorientados.

La descompostura la siguió hasta la noche, era como su tuviera un revoltijo en el estómago; no cenó y se fue a dormir temprano; se levantó asustada por un sueño que ya no recordaba, la habitación se había vuelto más fría, asíque se dispuso a abrir la ventana, en el momento que corrió las cortinas noto que en medio del patio de su casa había un nene de unos ocho años, parado, mirando fijo la habitación de Daniela; para su sorpresa no tuvo ni una pizca de miedo, cerró la cortina y volvió a la cama. Después de estar 20 minutos velando, entró en sueño, pensando en las cosas que podría haber hecho en el día; el silencio la llevo a dormirse pero se despertó por el ruido de las cortinas corriéndose, abrió los ojos, se levanto rápidamente y el nene que había visto afuera estaba dentro de su habitación, Daniela no sentía nada de miedo, solo curiosidad, así que le pregunto al niño de piel pálida si estaba perdido, él niño solo hizo dos movimientos lentos con la cabeza diciendo que sí; ella se le fue acercando y le preguntó si quería jugar con ella, el nene saco las manos de la espalda y en una de ellas tenía la base de la tabla guija, se la mostró y se la largo repentinamente. En ese instante la cara del niño se desfiguro, todas las facciones infantiles desaparecieron; tenía el rostro una persona adulta, con nariz grande, ojos amplios y rojos, y arrugas, muchas arrugas.

Daniela en ese momento parpadeo para darse cuenta que lo que estaba viendo era real, pero el niño con cara del mismo demonio seguía parado, ella cerró los ojos y corriendo volvió a la cama a taparse completamente con la sábana. No sentía ese miedo terrorífico, solo era un susto, sentía estar en compañía.

El niño desapareció esa noche y ella durmió sin problemas. A la mañana siguiente se levantó con cierto malestar estomacal, pero nada importante, había vuelto a ser ella de nuevo. Se preparó, desayunó y partió a la casa de Nicolás. Al llegar se abrazaron y acariciaron como nunca antes; él preocupado le pregunto si estaba bien, y porqué no le había respondido las llamadas ni mensajes el día anterior; ella solo le dijo que había estado descompuesta y que tenía el celular sin carga en el bolso.

Después de almorzar con la familia de su novio se fueron a dar una vuelta por la plaza. Él intento agarrarle la mano más de una vez, pero ella se la sacaba, en el tacto le sentía la piel áspera, como cuando esta partida. Nicolás solo la miró de reojo y siguieron caminando, en un momento ella se paro de repente, se quedó tiesa mirando al horizonte, el único movimiento que hacia era en la boca, movía la lenga para todos lados, abría la boca y sacaba la lengua descontroladamente, y se quejaba como un abuelo con asma. “Dale, no es chistoso, dejate de joder” le decía a Daniela con una mueca fingidísima; como vio que no reaccionaba le tocó el hombro asustado, ella freno de hacer los movimientos con la lengua y lo miro fijo, no pestañaba y comenzó a gritar con todas las fuerzas, era un grito de dolor y agonía. Él sin saber qué hacer la abrazó y le preguntaba qué le estaba pasando, impotentemente le tapaba la boca para que los vecinos no se alarmaran; Daniela dejó de gritar y cayó desmayada en los brazos de Nicolás.

Se despertó en su cama, estaba transpirando, mientras se refregaba los ojos sentía que alguien estaba al lado de ella, pensó que era su madre ordenando la ropa, pero al fijar la vista era el niño otra vez, pero seguía manteniendo ese rostro horripilante, se acercó y se sentó en la cama, ella solo lo miraba. Estuvieron mirándose fijo unos diez segundos hasta que el niño empezó a respirar agitadamente, abrió la boca a más no poder, el grito lleno toda la habitación, ella solo atino a taparse los oídos y a cerrar los ojos, el aullido desgarrador del niño se mantuvo, ella abrió los ojos, lo tenía en frente, con los ojos rojos frente a los suyos, y la boca abierta, sentía el aire de su respiración frío y húmedo. Daniela empezó a gritar, pero apenas empezó, el niño diabólico desapareció y ella se ahogó, comenzó a toser y a tener arcadas, el malestar del estomago volvió en forma de olas, era un dolor insoportable. Llamó a su madre de un solo grito quien llego desesperada a verla, al abrir la puerta, la madre noto un rostro deforme en la cortina que desapareció con el viento que zamarreó la tela. Se quedó parada, helada, mientras su hija le pedía ayuda desesperadamente, reaccionó espontáneamente y la abrazó, sabía lo que era, sabía lo que había visto. Ni siquiera le pregunto a Daniela lo que le había pasado, sólo le alcanzó el vaso de agua que estaba sobre la mesa de luz y la abrazó.

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⏰ Última actualización: May 11, 2014 ⏰

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