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Las cinco hermanas se congelaron al oír el «alerta roja» por parte de su padre. Todas salieron transformadas en pequeños murciélagos en un micro segundo y volaron escaleras arriba hacia el segundo piso donde su padre tenía la habitación de invitados, regresando a su forma natural.

— Se transformó en murciélago, así que será difícil encontrarla, no debe poder controlarlo, pero en cuanto vuelva a su forma humana el aroma de su sangre se sentirá instantáneamente, así que rápido vayan a buscarla antes de que logre escapar y cometa una matanza.

— ¿Cometa una matanza o huya con tu regalo, padre? —alzó una ceja Yeri.

— Ya me imagino porque se le escapó...—se cruzó de brazos Joy con una sonrisa de costado y mirando a su padre con superioridad.

— Nada más miren esas prendas... Camisa blanca, zapatos recién lustrados y cabello peinado con gel... —comentó Seulgi divertida.

— Ojos delineados y perfume de sudor humano, si con eso el repartidor no se entrega a ti entonces yo sí, padrecito —guiñó un ojo Wendy con travesura.

— ¡Son unas insolentes, no iremos de caza a Latinoamérica, están todas castigadas! —gritó KyungSoo azorado, si fuese humano probablemente el color de la sangre estaría manchando sus mejillas—. ¡Se alimentarán de sangre de ratas como el policía JungKook durante el resto del mes!

— Oh... Bueno, no es tan malo —susurró Wendy pensándolo—. Podríamos quedarnos sus dientes de recuerdo.

— Me gustaría seguir oyéndolas avergonzar a padre, pero me temo que sino acabamos con esto de una vez por todas...

La voz de Irene que proponía ser un llamado de atención, se vio interrumpida cuando oyeron la puerta principal abrirse.

— Maldición.

Los ojos de KyungSoo fueron bañados por un destello rojo y sus cinco pasteles sangrientos sabían perfectamente lo que eso significaba. Él estaba hambriento, muy hambriento hacía semanas por el chiquillo repartidor de pizzas, pero era más emocionante perseguirlo y hacerse agua la boca, para que así la espera fuese tan dulce que a la hora del banquete se perdería en lujuria extrayendo hasta la última gota de semen del joven y luego de postre, su sangre.

En un parpadeo todos se convirtieron en los pequeños murciélagos y volaron tan rápido como pudieron a la entrada.

Regresaron a su forma humana y Yeri corrió hasta la despensa debajo de la escalera y tomó su arma favorita, una que extrañaba de sus días de humana. Caminó con cuidado de no resbalar, aún yacían los restos de la pizza cerca, pero en segundos habrían restos de alguien más en la vereda.

La ballesta relucía brillante y plateada, había sido un regalo de KyungSoo intentando comprar su cariño luego de convertirla en una vampiresa.

Sus hermanas esperaban en la entrada enfiladas una al lado de la otra escoltando a la menor, con sus rostros fríos e inexpresivos que eran alumbrados por la luz de la pálida luna llena.

— Ya sabes a quién disparar.

La voz gruesa y decidida de su padre KyungSoo dando la orden desde atrás le hizo torcer un gesto de suficiencia. Amaban cuando podían acabar con las vidas de formas poco monstruosas y más humanas. Yeri alzó la ballesta y apuntó hacia el par de jóvenes que huían llegando ya a la calle y a punto de doblar.

— Olías bonito, pero al parecer el que te rechazaran, amargó tu sangre.

Y disparó en medio de la noche, las gotas rojas salpicando al aire y manchando a la luna de carmín, transformando el paisaje en un bello río de sangre.







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Peek A Boo 🏹(KaiSoo/Red Velvet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora